Rue20 Español/ Agadir
Meryem Ghoua
El resultado del partido de la selección marroquí contra Gabón (4-1) ha sido positivo y halagador. Entre ambas selecciones, la diferencia real no fue de tres goles. En el descanso, por ejemplo, un resultado igualado no habría sorprendido a nadie. Gabón incluso podría haber liderado el marcador.
Pero una victoria es una victoria. Es más, en un partido oficial. Aunque estas eliminatorias para la CAN 2025 no valgan gran cosa (Marruecos está oficialmente clasificado como país anfitrión), la victoria siempre sigue siendo esencial.
Walid Regragui aprovechó este partido para realizar un primer repaso de la plantilla. El segundo los disputarán sus hombre hoy contra Lesoto y lo más probable es que habrán cambios. Pero la idea será la misma: dar tiempo de juego a los chicos que carecen de automatismos (Abqar, El Khannous, quizás El Ouahdi y Aznou).
Contra Gabón hubo jugadores que no tenían el mismo nivel físico, esto se vio en el terreno. Ziyech, a pesar de anotar dos penales y de su deliciosa jugada que desembocó en el tercer gol, jugó en un sillón, o casi. Su volumen de presión y competitividad eran bajos.
La observación también se aplica a Amrabat, claramente en fase de recuperación. En defensa, a Aguerd también parecía faltarle oxígeno.
La línea ofensiva en general estuvo bien, con un Brahim Díaz activo (y goleador, por primera vez con los Leones del Atlas) y un Abde Ezzalzouli On Fire. El mediocampo y las líneas defensivas se echan bastante de menos. Y aquí es donde la magnitud de la victoria marroquí parece algo engañosa.
En defensa, Regragui tiene un problema, quizá dos. El partido de Gabón los expuso a la luz del día. El primer problema es Abqar, ahora asociado a Aguerd en el eje. Su lentitud le empujó a menudo a cometer errores (es él quien provoca el primer penalti de Aubameyang). Abqar no es Saïss, a quien, sin embargo, está llamado a sustituir. No tiene su sentido de anticipación ni su verticalidad de juego y su complementariedad con Aguerd plantea dudas.
Pero la bisagra no fue la única que falló. Por los laterales, Mazraoui y Hakimi sufrieron el martirio ante jugadores como Aubameyang o Bouanga, muy buenos acosando a las defensas.
Mazraoui, una vez más, apareció un pocos lejos de su nivel de club. En cuanto a Hakimi, es ante todo un lado derecho y no un izquierdo, y nos lo recordó a su manera. Así que, tarde o temprano, Regragui tendrá que resolver el problema: sacrificando a Mazraoui o llevando a Hakimi a un nivel superior.
Contra Gabón, los marroquíes concedieron un número increíble de ocasiones de gol, sobre todo antes del descanso. Es un milagro que sólo hayan recibido un gol en este partido. ¿Cómo explicar esta fragilidad?
Respuesta: los errores de la pareja de centrales, las remontadas tardías de los laterales… y la ligereza del centro del campo. Junto a un Amrabat que carece de competencia, El Khannous tranquilizó un poco. Si el nuevo jugador del Leicester City tiene una calidad de proyección superior a la media, incluso explosión, su presión sigue siendo insuficiente.
Frente a un oponente más duro y físico, el entorno marroquí se verá fácilmente destrozado. ¿La solución? Táctica sobre todo: hacer avanzar a El Khannous, lo que equivale a sacrificar a uno de los jugadores ofensivos…
Regragui tiene varios meses para hacer todos estos ajustes. El partido contra Lesoto es sólo el primero de muchos que están por venir. Ante Lesoto, la selección marroquí tendrá que presentar la cara de un equipo en progreso, con imperfecciones y numerosos ajustes por hacer.
