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viernes, noviembre 22, 2024

Argelia, el saqueo velado del petróleo maliense y su cruzada contra Marruecos

 

Rue20 Español/Rabat

La publicación de un audio en las plataformas de las redes sociales Twitter, Facebook, YouTube, Tiktok y X por «Dix-neuf Soixante Mali Be Djo», una organización no gubernamental (ONG) comprometida con la defensa de los derechos y recursos de los pueblos africanos, radicada en Bamako, Mali, ha revelado un aspecto oscuro y preocupante de las relaciones entre Argelia y Mali. Este post expone cómo, desde hace décadas, el régimen militar argelino ha explotado los recursos naturales del norte de Mali bajo la fachada de una lucha contra el terrorismo, mientras que su verdadera intención era robar el petróleo y el gas de la región de Kidal.

Desde 1962, año en que Argelia obtuvo su independencia, el régimen militar que la gobierna ha buscado expandir su influencia en la región a cualquier costo, incluso si esto significa aprovecharse de la debilidad de sus vecinos. El caso del Mali es paradigmático. Bajo la cobertura de una supuesta lucha contra el terrorismo, Argelia ha logrado explotar los recursos petroleros de la región de Kidal, en el norte de Mali, desviando clandestinamente petróleo y gas hacia su territorio. Lo que se presentó al mundo como una operación de estabilización y pacificación no fue más que una maniobra para garantizar el acceso continuo a recursos que no le pertenecen.

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Esta realidad es una bofetada para aquellos que todavía creen en la buena fe del régimen argelino. Mientras se dedica a desangrar las riquezas de sus vecinos, Argelia no cesa en su empeño de desestabilizar la región del Magreb. Su apoyo declarado e incondicional al Frente Polisario, un grupo que ha utilizado durante décadas como instrumento para intentar frenar el avance de Marruecos, revela su verdadera agenda: impedir a toda costa que Marruecos afiance su posición como líder en la región. El argumento de «autodeterminación» es solo una cortina de humo que oculta su frustración ante el progreso y las conquistas diplomáticas de Marruecos.

El régimen argelino, debilitado por su mala gestión y por una economía que se desmorona a causa de la caída de la producción petrolera, intenta desesperadamente encontrar nuevas vías para sostenerse en el poder. La reciente crisis energética en Argelia, donde la producción de gas y petróleo ha disminuido en un 76%, es un claro indicio de que el tiempo corre en su contra. A pesar de sus esfuerzos por consolidarse como un baluarte contra el imperialismo, Argelia se encuentra cada vez más aislada en la escena internacional, mientras que Marruecos fortalece su red de alianzas, no solo en África, sino también en América Latina y más allá.

La ironía es que Argelia, que se presenta como defensor de la libertad y la autodeterminación, no ha dudado en oprimir a su propia población, en particular a la comunidad cabileña, cuyos líderes han sido encarcelados y cuyas voces han sido silenciadas. Es un régimen que, por décadas, ha preferido reprimir el disenso interno en lugar de construir una sociedad pluralista y democrática.

Hoy, más que nunca, la comunidad internacional debe abrir los ojos ante la verdadera naturaleza del régimen argelino. No es un defensor de la justicia ni de la autodeterminación, sino un depredador que busca asegurarse un lugar en el escenario global a expensas de la estabilidad y el desarrollo de sus vecinos. Marruecos, por su parte, ha demostrado ser un socio fiable y un líder regional comprometido con el desarrollo sostenible y la cooperación internacional.

El conflicto en el Sahara no es solo una cuestión de integridad territorial, es una cuestión de principios. Marruecos, bajo la clarividente dirección de SM el Rey Mohamed VI, ha mantenido una postura de firmeza y dignidad, abogando siempre por la paz y el progreso. Argelia, en cambio, sigue atrapada en su espiral de hostilidad y saqueo, poniendo en riesgo no solo la estabilidad de la región, sino también su propia supervivencia.

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La historia juzgará con severidad a aquellos que, como el régimen militar argelino, han optado por la opresión y el expolio. Marruecos, con su visión de futuro y su compromiso con la paz, sigue avanzando, demostrando que el verdadero liderazgo no se basa en la fuerza bruta, sino en la justicia.

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