Rue20 Español/ Nuakchot
En el marco de la reciente ceremonia de investidura del presidente mauritano, Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani, se produjo un episodio que evidencia una vez más la precariedad y el aislamiento internacional del Frente Polisario y su apoyo incondicional, el régimen militar argelino. Brahim Ghali, conocido también como “Benbatouch”, fue objeto de una humillación pública que revela la falta de legitimidad y reconocimiento de su liderazgo.
Durante el evento, al que asistieron numerosos líderes y dignatarios internacionales, Ghali intentó acercarse al presidente mauritano para tomarse una fotografía y aprovechar la ocasión para obtener un mínimo de legitimidad. Sin embargo, el presidente El Ghazouani, recientemente reelecto, rechazó de manera contundente esta maniobra. No solo evitó la foto, sino que recibió a Ghali con un saludo frío y le dio la espalda, simbolizando el desprecio y la indiferencia hacia su figura.
Este incidente no es simplemente un desaire personal hacia Ghali, sino un claro mensaje político. La Mauritania de El Ghazouani reafirma así su distancia y desconfianza hacia un movimiento separatista que carece de respaldo real y que ha sido, durante décadas, un peón en las manos del régimen argelino. Este último, aferrado a una gerontocracia militar, continúa apoyando al Frente Polisario como un instrumento de desestabilización regional, sin considerar el costo humano y diplomático de esta política obsoleta.
El régimen argelino, envejecido y desconectado de las realidades contemporáneas, sigue apostando por una estrategia fallida. Mientras tanto, figuras como Ghali quedan expuestas al ridículo y a la indiferencia internacional. La frialdad del presidente mauritano al saludar a Ghali es un reflejo de la postura de muchos líderes africanos y mundiales que ya no encuentran en el Frente Polisario un interlocutor válido ni legítimo.
Es imperativo que el régimen argelino reconsidere su apoyo a este grupo separatista y enfoque sus esfuerzos en políticas que realmente promuevan la estabilidad y el desarrollo regional. El episodio en Mauritania debería servir de advertencia: el tiempo de las manipulaciones y las aventuras políticas sin respaldo está llegando a su fin. La comunidad internacional necesita actores responsables y comprometidos con la paz y la cooperación, no figuras seniles y marionetas de un régimen desfasado.
