Rue20 Español/ Rabat
El reciente encuentro en Accra entre el ministro de Asuntos Exteriores argelino, Ahmed Attaf, y el nuevo secretario general de la Unión del Magreb Árabe (UMA), Tarek Ben Salem, ha puesto de manifiesto las complejidades y persistentes tensiones en la dinámica regional del Magreb. Aunque Argelia ha presentado el evento como un gesto de cooperación y apoyo, el trasfondo revela una realidad más turbia que cuestiona el futuro del ente magrebí y el verdadero papel de Argel en esta organización.
Desde la crisis diplomática que surgió con la designación de Amina Salmane como representante del UMA en la Unión Africana, Argelia ha mostrado una actitud cada vez más desafiante hacia las iniciativas regionales que no se alinean con sus propios intereses. El reciente encuentro con Ben Salem no parece ser una excepción. Aunque Argelia afirma apoyar al nuevo secretario general, su historial de sabotaje y desdén hacia los esfuerzos de integración regional pone en duda la sinceridad de este respaldo.
La ausencia de Marruecos y Mauritania en la cumbre del Magreb y la instauración de un nuevo formato en los encuentros son signos de una fractura en la cooperación regional. La estrategia argelina de ambigüedad y falta de visión estratégica se refleja en su aparente apoyo a Ben Salem. Este encuentro, lejos de ser un gesto positivo, podría ser una manifestación de las continuas tensiones y ambigüedades en la política regional.
La verdadera pregunta es si Argelia avanzará hacia una cooperación auténtica o continuará utilizando la UMA como instrumento de sus propios fines geopolíticos. El futuro de la cooperación regional y la estabilidad del Magreb dependen en gran medida de cómo se resuelvan estas tensiones, lo que obliga a los demás miembros de la comunidad magrebí, especialmente a Marruecos, a observar con cautela estos desarrollos.
