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jueves, noviembre 21, 2024

Las raíces históricas de las políticas del Rey Mohamed VI y su vínculo con el proyecto de reforma del Estado del Sultán Mohamed III

 

Rue20 Español/ Rabat

Dr. Driss Benyacoub*

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¿Están vinculadas las políticas del rey Mohammed VI al proyecto de reforma estatal del sultán Sidi Mohammed bin Abdullah y no al de otros sultanes?

A través de la investigación en la historia de Marruecos, ya sea desde el punto de vista del enriquecimiento personal del conocimiento o con el propósito de la investigación científica para intentar explorar los paradigmas y concepciones derivadas de la historia, a fin de comprender e interpretar ciertos comportamientos del Estado o algunas de sus posturas y políticas, o para intentar examinar la posibilidad de existencia de un modelo de fuerza y evolución, quizás creado en períodos de la historia de Marruecos que merece ser considerado para inspirarse en el presente, o para regresar a las raíces y fundamentos de algunas instituciones políticas para reflexionar sobre su referencia histórica y su posicionamiento actual a nivel continental e internacional y a nivel de gestión del poder global, noto y supongo que hay una especie de retorno al curso del Estado marroquí en un punto histórico específico sin igual.

Es posible que el proyecto de construcción del Estado moderno se haya detenido allí. Es como un regreso a una marcha histórica que se había interrumpido y detenido después del fallecimiento del Sidi Mohammed ben Abdellah, seguido por períodos de debilidad y tensiones internas y externas.

La etapa del sultán Sidi Mohamed bin Abdullah (1757-1790 d.c.), uno de los descendientes del sultán Mulay Ismaíl, se caracterizó por ser descrita por los historiadores como el arquitecto del Marruecos moderno y el renovador del esplendor de Marruecos, con su influencia y poder a nivel internacional en ese momento, completando varios proyectos diplomáticos, militares y comerciales establecidos por la dinastía saadí.

Fue el Sidi Mohammad Bin Abdullah, al que algunos historiadores describieron como el más importante sultán alauí, admirador de las políticas y la personalidad de Ahmed Al-Mansur Al-Dhahabi. Casi puedo afirmar sin riesgo que, si hay una figura histórica alauí que ha inspirado al rey Mohammed VI en sus enfoques actuales, es la figura de Sidi Mohamed ben Abdellah.

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Entonces, ¿por qué sidi Mohammad bin Abdullah y no cualquier otro sultán o rey? Supongo, con consideración a los aspectos epistemológicos y la cautela científica al abordar el método comparativo y la especificidad de los diversos campos de conocimiento, y también sin proyecciones que no se ajuste a las paradojas históricas y hechos anacrónicos, se puede afirmar que en la época del sultán Mohammad III, según los historiadores, se destacó por tener un proyecto reformista modernizador fuerte a nivel interno y externo. Se dice que el sultán logró llevar a cabo grandes partes de este proyecto, a diferencia de varios sultanes que le sucedieron en el trono.

Desde el reinado del sultán Mulay Sulaymán, y todos los que le sucedieron, Marruecos ha experimentado nuevamente etapas de lucha por el poder, y el aumento de los violentos enfrentamientos internos que debilitaron al Estado.

Además, Marruecos se vio envuelto en guerras contra Francia y España que contribuyeron a debilitar al país y a imponerle acuerdos humillantes y concesiones inasumibles. Cosa que condujo a la imposición de la colonización (del protectorado) francesa y española sobre el reino. Por lo tanto, se puede afirmar que todos los sultanes que vinieron después de Mulay Mohamed III se encontraron en posiciones de debilidad, por diferentes razones: un creciente nivel de extorsión o chantajes por parte de algunos países europeos e injerencia en asuntos internos, junto con la aparición de lo que algunos historiadores suponen como traiciones y conflictos internos. Por ello, su gestión de la situación se caracterizó por mucha cautela, aprensión y renuencia en la toma de decisiones confrontativas, evitando cualquier proyecto interno importante de desarrollo y mostrando indecisión en los conflictos, junto a la realización de concesiones dolorosas muchas veces. Esto se debió al temor a las ambiciones o preocupación por controlar la gobernabilidad o las conspiraciones.

Este tema y esta hipótesis requieren de un estudio científico detallado, precisando las fechas, acontecimientos, lugares, personalidades y coincidencias doctrinales que establecieron las políticas de estos dos reyes. Entre las razones para pensar en la construcción de un proyecto o una versión preliminar de esta hipótesis, es que la dedicación a las ciencias políticas coincide con otras ciencias, incluyendo el estudio de la historia. El objetivo pretendido es rastrear las etapas de fortaleza, debilidad, crisis, desarrollo de estructuras, manifestaciones de conflictos internos y externos, y otros, para explorar las conclusiones más importantes desarrolladas por historiadores e investigadores de la historia. La premisa de esto es que la estructura y el comportamiento, o el poder y la extensión actuales, no son el resultado del presente, sino más bien el producto de intensos conflictos históricos, algunos de los cuales son internos y otros están vinculados al cambio o la estabilidad de los determinantes geopolíticos que rodean al país.

Puede surgir la pregunta metodológica y legítima sobre los elementos de similitud que llevaron a la selección de estas hipótesis, antes que cualquier selección metodológica empírica previa en trabajos científicos revisados por pares que las confirme o refute. Pero expongo que se trata de una cuestión de suposiciones, que no van más allá del alcance de mis intereses en el conocimiento científico de los fenómenos políticos marroquíes, sin un debate científico con los especialistas científicos en historia.

Por ello, las hipotéticas respuestas propuestas a esta legítima pregunta, sobre la identificación de la gran similitud entre las políticas del rey Mohammed VI y su abuelo, el sultán Sidi Mohammad bin Abdullah, y no de otros sultanes, los resumo en tres pistas:

Semejanza política en los elementos del entorno interno:

El contexto interno, en el que el sultán Sidi Mohammad Bin Abdullah asumió el poder, se caracterizó por el hecho de que se produjo después de treinta años de crisis en el trono, desde la muerte del sultán Mulay Ismaíl en 1727.

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Fue un período de fluctuaciones y conflictos sobre el gobierno, y un período de lealtad y deposición de sultanes, algunos de los cuales ocuparon el trono siete veces de forma intermitente. Este período produjo muchas divisiones y fisuras, y debilidad en la sociedad marroquí entre ciudades, regiones, tribus y Zawiyas. También se caracterizó por la dominación del ejército de Bujari, períodos de asedio, altos precios de los alimentos y enfrentamientos violentos. Esta fase supuso una amenaza para la continuidad de la estabilidad política de la monarquía.

Por lo tanto, supongo que se trataba de una etapa similar al periodo que precedió a la ascensión al trono del rey Mohammed VI, dadas las grandes amenazas a las que se enfrentó el trono durante la época del difunto rey Hassan II, desde desafíos internos, protestas, intentos de golpes militares, enfrentamientos con partidos políticos y movimientos religiosos, entre otros. Todas esas anomalías fueron posteriormente contenidas durante el reinado del rey Mohammed VI, que se implicó en lograr importantes reconciliaciones nacionales y luego una expansión internacional que Marruecos no había visto en siglos.

Durante el mismo mandato del sultán Muhammad III, su época también estuvo marcada por tensiones con la entonces provincia (Eyalet) de Argel, por varios motivos, entre ellos, según afirman algunos historiadores, el Dey de Argel se retiró de una alianza concluida con el sultán, cuyo propósito era expulsar a los españoles de Ceuta y Melilla y anexionarlos a Marruecos. Algunos historiadores dijeron que los argelinos y los otomanos se retiraron de esta alianza, temiendo que Marruecos aumentara su liderazgo en la región y ante los países del mundo y las grandes potencias. Parece que este determinante psicológico todavía guía a los líderes políticos y militares de Argelia hasta el día de hoy. En el siglo XVIII, el sultán marroquí afrontó algunas de las desviaciones de los argelinos con calma y sin recurrir a la violencia, a pesar de la ira del Imperio Otomano por algunas de las acciones de los argelinos relacionadas con los ataques a los convoyes marroquíes.

Los historiadores atribuyen el comportamiento del sultán Muhammad III hacia Argelia a no emprender ninguna acción hostil, se debe a su buena fe hacia su pueblo, y a su preocupación por las buenas relaciones que le unían con el Imperio Otomano. Cuando los argelinos actuaran de manera perjudicial, era el sultán otomano que se ocupaba de ellos debido a su autoridad en ese momento sobre Argelia.

Con respecto a Túnez, algunos historiadores mencionaron un importante precedente histórico relacionado con la defensa de Túnez, cuando la flota del rey francés Luis XV bombardeó las costas de Susa, el 21 de febrero de 1776. Como respuesta, el nieto de Mulay Ismaíl le escribió dándole un plazo de 4 meses para retirar su flota de las costas de Túnez.

Hemos sido testigos de cómo el rey Mohammed VI también se interesó y viajó por Túnez durante un período de gran crisis interna y de aumento de terrorismo. Es casi la misma posición con respecto a Libia, donde viajó el Sultán Mohammed III a Trípoli, tejiendo una buena relación con los libios, especialmente con la familia gobernante. Con los Karamanli tuvo relaciones de afinidad, de asesoramiento y consulta que inquietaron a los otomanos en ese momento.

Similitudes en las políticas internas:

Supongo que existen líneas de convergencia en términos de metas y objetivos en una serie de políticas internas de manera organizada, consciente y específica en todos los ámbitos, entre los proyectos de Sidi Mohammad bin Abdullah y el rey Mohammed VI en varios ámbitos.

De hecho, se destaca el interés por la educación, la construcción de escuelas y la elaboración de materiales didácticos, la reorganización de la Mezquita Al-Qarawiyyin y sus planes de estudio, el fomento del estudio de ciencias útiles para la vida a expensas del estudio de teología, filosofía y otras especialidades. Igualmente, se destaca el interés para establecer y apoyar la continuación de los consejos científicos públicos y privados, así como prestar atención al Sagrado Corán y los Hadices de manera notable, y a la jurisprudencia y el rechazo de las ideas religiosas introducidas desde Oriente y la construcción de mezquitas y escuelas coránicas.

Por otra parte, el sultán Mohammad III trató de unificar las instituciones administrativas y reorganizar su trabajo, dirigido por el Gran Visir, o Primer Ministro y ministro del Mar encargado de las relaciones exteriores y el comercio. De ello, se destacan la división del reino en 19 prefecturas, la reorganización del poder judicial y sus métodos de control, la elaboración de un programa de formación de jueces y de sistemas de finanzas públicas y de recaudaciones, comercio interior y exterior con países marítimos o africanos. De igual modo, cabe mencionar la firma de acuerdos comerciales internacionales y la construcción de puertos, el interés por la agricultura y la producción agrícola y su exportación.

Igualmente, se controlaron los movimientos de la sociedad y sus impulsos tribales, culturales y religiosos; se calmaron revoluciones y levantamientos; se reconstruyeron las fuerzas militares y de seguridad terrestres y marítimas. En el ámbito social, se destacan la facilidad al acceso a la sanidad y la prioridad de la lucha contra las epidemias, ya que la peste regresó en la primera mitad del siglo XVIII, y la distribución de la ayuda a la población durante los períodos de crisis alimentaria.

En cuanto a la convivencia, el sultán Sidi Muhammad bin Abdullah protegió los derechos y libertades de los judíos en Marruecos. Durante su reinado, los barrios fueron abiertos a la residencia tanto a los musulmanes como a los judíos. Estos últimos fueron utilizados de manera notable en misiones comerciales y diplomáticas.

Lo que hizo el sultán alauita durante el siglo XVIII d.C. recuerda mucho a lo que está haciendo el rey Mohammed VI desde su ascenso al trono, pasando páginas del pasado y comenzar una nueva era, prestando atención a la educación, la religión, la salud de los ciudadanos y su seguridad alimentaria, y el fortalecimiento y modernización continua de las bases del poder militar y de seguridad.

Interconexión (interdependencia) a nivel de gestión de relaciones con los Estados:

Esta interconexión se manifiesta claramente en la presencia de similitudes a nivel de metas y esfuerzos entre el sultanato y la administración real, en la gestión de las relaciones con los Estados tales como el apoyo a la labor diplomático y la celebración de acuerdos con las potencias internacionales de entonces: Inglaterra, Francia, España, Dinamarca, Suecia, Austria y los Estados Unidos de América y el Imperio Otomano. En cambio, cabe mencionar que los enfrentamientos y relaciones más importantes, durante el reinado del sultán Mohammad III, se centraron en afrontar a España y Francia. En cuanto a Portugal, este país fue expulsado por el sultán de la ciudad atlántica El-Brija (El Jadida), después de haber garantizado el apaciguamiento, la reconciliación y el acuerdo con Francia. Sin embargo, las relaciones con Francia, al inicio de su reinado, se tensaron hasta el punto de la confrontación militar naval, debido al bloqueo comercial y naval marroquí.

De igual modo, las relaciones con España vivieron períodos de tira y afloja y asedio, tras los cuales el sultán marroquí pudo concluir acuerdos con el Reino Ibérico y liberar a los prisioneros, incluidos los argelinos.

Cabe poner de relieve que hubo aprehensión por parte de Gran Bretaña, pero el sultán fue capaz de concluir la paz con ella. El pensamiento del Sultán se caracterizó por adoptar la idea de dirigirse hacia el Océano Atlántico, especialmente a nivel comercial. En este sentido, estableció puertos atlánticos y creó una línea marítima con los Estados Unidos de América, después de reconocer su independencia y celebrar acuerdos bilaterales.

Fue visionario al darse cuenta de que este nuevo estado independiente puede convertirse en una futura potencia ayudando al equilibrio de las relaciones con los países europeos. Parece la misma tendencia que sigue el rey Mohammed VI desde su ascenso al trono.

De hecho, el comercio floreció durante la mencionada era, ya sea el comercio sahariano con países africanos o con europeos. También, estableció tratos comerciales con Rusia, adquirió algunos tipos de armas del Imperio Otomano abriendo vías de cooperación con él, a pesar de su temor a concluir relaciones con el Emperador de Austria, uno de los oponentes de los otomanos. Pero, al mismo tiempo, boicoteó a los rusos y apoyó a los otomanos después de que estalló una guerra entre ellos. Estas cosas muestran una enorme capacidad para gestionar las contradicciones internacionales y diversificar socios de una manera similar en términos de objetivos y pasos a lo que el rey Mohammed VI está haciendo actualmente.

Igualmente, el sultán Muhammad bin Abdullah envió embajadas y misiones a la región árabe e islámica. La más famosa fue la misión de Ibn Uthman al-Miknasi, efectuada al Imperio Otomano, el Levante, el Hijaz, Palestina, Túnez, y Argelia, que documentó en un libro titulado: “Lograr al Altísimo en la peregrinación a la Casa Sagrada de Dios en Meca y la visita de Jerusalén y Hebrón, y bendiciones en la tumba del profeta”, que se considera una de las fuentes históricas internacionales más importantes para describir la región y las relaciones internacionales en ese momento y para resaltar el estado de Jerusalén.

Si intentamos hacer algunas comparaciones entre aquella época y la actual, observaremos que los enfrentamientos internacionales del rey Mohammed VI, y su manera de intentar resolverlos, o acordar intereses con las grandes potencias, no difieren mucho de la época de su abuelo, Moulay Sidi Mohammed bin Abdullah, en sus tratos con las mismas potencias y con los conflictos sobre áreas de influencia e intereses. Estas situaciones se gestionan casi de la misma manera, a veces de forma pragmática, y otras veces, con autosuficiencia y conocimiento del uso del potencial de Marruecos.

Así, se suponía que el gran proyecto de reforma modernizadora, lanzada por Sidi Mohammed bin Abdullah, se detuvo a su muerte, y parece que el rey Mohammed VI, en un importante ciclo histórico, pretende volver a este punto, concretamente hace dos siglos, para corregir el rumbo de Marruecos y devolverlo a la senda de este gran proyecto.

Conclusión:

Entre algunos de sus proyectos de conclusiones provisionales, mientras investigaba formas de gestionar los conflictos externos de la época real, algunos países occidentales no comprendieron profundamente a Marruecos en ningún momento de su historia, y que tal vez hoy, es posible que se hayan vuelto más comprensivos con el Reino a través de las conclusiones que estamos presenciando en algunos conflictos recientes, Es posible que su compromiso con el Reino ya no se rija por los paradigmas de los países occidentales democrático o por su propia percepción unilateral de la democracia, sino con una perspectiva de estabilización y el intercambio de recursos y producción sin paternalismos en democracia.

Esto se debe, en mi opinión, al hecho de que las experiencias de los países occidentales con la democracia son muy engorrosas, especialmente con respecto a las relaciones internacionales y al cambio de gobierno, y por lo tanto al cambio de políticas gubernamentales.

La diferencia ideológica entre el socialismo (demócratas) y el conservadorismo (republicanos) crea volatilidad global dando lugar a períodos de tensión e inestabilidad. El ejemplo está en la retirada de Donald Trump del acuerdo climático y otros acuerdos comerciales y militares, así como el veto del gobierno de Netanyahu a los acuerdos al establecimiento del Estado palestino.

En cambio, esta inestabilidad no da lugar en sistemas monárquicos abiertos como el de Marruecos; de lo contrario, muchas inversiones europeas y occidentales se desperdiciarían. Por ello, recientemente, algunos países europeos se hayan dado cuenta de la importancia de este factor en un mundo caracterizado por una economía financiera neoliberal globalizada. Así, las potencias occidentales se dieron cuenta, después de siglos de lucha, que esta monarquía es la mayor garantía de estabilidad de las relaciones exteriores, de los acuerdos internacionales y de las inversiones, y no está sujeta a estados de ánimo electorales. Y, por tanto, es más útil que regímenes volátiles, incluso si fueran democráticos según los estándares de Occidente. Para ello, tenemos en la guerra de Gaza un ejemplo.

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Dr. Driss Benyacoub

*Dr. Driss Benyacoub es Doctor e investigador en sociología política en la Universidad Mohammed V Rabat Marruecos.

El artículo está traducido del árabe por El Hassane JEFFALI, doctor en humanidades de la Universidad de Tarragona, España.

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