Rue20 Español/Tetuán
El Abbas Tahri Joutey Hassani
La Presidenta de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO], Simona-Mirela Miculescu, realizó una visita de campo a un taller de formación en la artesanía tradicional del azulejo de Tetuán, en el Centro de Artesanos de Tetuán, a principios de esta semana.
Esta visita de la funcionaria internacional, que se enmarca en su participación en la celebración del Día Internacional del Jazz, que tuvo lugar en Tánger el pasado martes, tenía como objetivo conocer el patrimonio cultural y civilizatorio marroquí.
Tras un recorrido por la medina de Tetuán, Simona-Mirela Miculescu se interesó por la antigüedad, los métodos y las técnicas de fabricación del azulejo de Tetuán, que se caracteriza por sus singulares cualidades artísticas y técnicas, que lo convierten en una artesanía única a nivel nacional.
Este antiguo oficio se basa en la transformación del barro en mosaicos de diferentes formas, tamaños y colores. Se cree que esta artesanía tradicional llegó a Tetuán desde Andalucía y se distingue por su carácter único, tanto en cuanto al color utilizado como al método de producción.
Simona-Mirela Miculescu declaró en una rueda de prensa que «estoy muy contenta de visitar Tetuán, como parte de mi visita a Marruecos para celebrar el Día Internacional del Jazz, y agradezco a la oficina de la UNESCO aquí por permitirme visitar uno de los lugares más bellos de Marruecos. Estoy impresionada por la belleza de Tetuán, su rica historia y sus tradiciones, y he visto cómo se pueden celebrar».
La funcionaria internacional continuó diciendo que «en este taller, me he sentido muy conmovida al ver algo que apreciamos mucho en la UNESCO, que es asegurar la sostenibilidad de las artes tradicionales».
Por lo que añadió que «este taller es, en cierto modo, un símbolo del espíritu de la misión de la UNESCO, que es preservar las riquezas y los tesoros que nos dejaron nuestros antepasados».
Cabe destacar que el azulejo marroquí, registrado por Marruecos ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual en 2016, se ha convertido en objeto de ambiciones de robo y apropiación del patrimonio cultural, fenómeno contra el que Marruecos lucha a través de la UNESCO.
