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Ismail El Khouaja
La torpe decisión de los generales de Argelia de cerrar el Gasoducto Magreb-Europa (GME), que conecta Argelia y España discurriendo por Marruecos, es una oportunidad para que Marruecos y España pasaran de un acuerdo tripartito a otro bilateral.
El régimen militar ha engañado al gobierno de Pedro Sánchez. La entrada secreta a España del presunto genocida y líder de las milicias del Polisario, Brahim Ghali, se hizo en plena cooperación con Argelia para que el país magrebí mantendrá el flujo del gas a España.
El acuerdo era ese. España, ante la disparada subida y la escasez del gas, estaba dispuesta a acoger con brazos al presunto genocida. En aquel momento, España pensaba que Marruecos, aunque lo supiera, iba a ser comprensivo y tolerante.
Sin embargo, Marruecos decidió poner punto final a la política colonial, llamando a su Embajadora en Madrid, Karima Benyaich, a consultas y cerrando sus fronteras contra el país ibérico. La decisión marroquí ha sido algo inesperado pero inevitable para Marruecos que con su integridad territorial no se jugará más.
España ahora se ha dado cuenta de lo que es Marruecos. La nueva alianza que ha trabado el país norteafricano con Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, etc., le ha permitido ser una potencia en la región euromediterránea.
Desde un punto de vista eurocéntrico, la colonia nunca debe ser fuerte. No obstante, en la actualidad, un vecino al que mantienes con él relaciones históricas, comerciales y estratégicas y ante la turbulencia política que viven los países de la región, este vecino sí que tiene que ser fuerte para cooperar juntos ante los nuevos retos de este mundo.
De hecho, el golpe que ha dado el régimen militar argelino al gobierno de Pedro Sánchez, mediante privarle del total de un importante flujo de gas en plena crisis energética y ante una temporada de frío, va a ser una oportunidad para que España reconsidere su política hacia los generales.
Ni la visita del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ni la de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, han logrado convencer a los generales para que no cierre el GME. Se hicieron sólo con garantías verbales de revertirles gas mediante uno sólo gasoducto que evidentemente no suministrará el gas suficiente que necesita España. Además en caso de disfunción, va a ser un gran problema de lo que España no está dispuesta a pasar.
Por ello, tanto Marruecos como España tienen que buscar otras alternativas para no quedarse condenados a la locura de un régimen que vive sus últimos tiempos, dada la vejez de los generales ciegos a los ideales comunistas y separatistas de los años setenta y ochenta.
El mundo se ha cambiado y el pueblo argelino merece un gobierno democrático que consagra las importaciones del gas y petróleo en favor del bienestar del pueblo.
España puede sacar mucho privilegio de los megaproyectos energéticos que Marruecos está inaugurando con sus nuevos socios como del mayor cable eléctrico submarino en el mundo mediante el cual Marruecos proporcionará energía a Gran Bretaña y otros países europeos, además de la gran estación de energías renovables en el mundo NOOR, así como otros proyectos prometedores de cara al futuro para alcanzar la autosuficiencia del en materia energética.