Rue20 Español/ Rabat
Ismail El Khouaja
En un día gris y lluvioso de febrero, el jefe de la diplomacia francesa, Stephane Séjourné, se reunió con su homólogo marroquí, Nasser Bourita, en búsqueda de un intento de derretir el hielo y “abrir un nuevo capítulo” en las relaciones franco-marroquíes, que cumplen dos años de crisis diplomática.
Las primeras imágenes del encuentro de saludo, hoy en Rabat, se echaron humo en las redes sociales. Una cara gélida, de un lado, y una sonrisa forzada, del otro, han dejado claro el estado actual de las relaciones entre los dos países: gélidas, diplomáticamente hablando.
Como he dicho en un anterior artículo, las maniobras hostiles de Séjourné, cuando era líder de Renew Europel, han dejado una cicatriz difícil de borrar. “Señor Stephane Séjourné, debes disculparte por tus hostilidades contra el Reino bajo la cúpula del Parlamento Europeo en enero del año pasado. Debes poner las “gafas” del Sahara para aclarar tu visión “, posteó el miembro del buró político de la Unión Socialista de las Fuerzas Populares, Hamid Jmahri, en sus redes sociales.
En la rueda de prensa, Séjourné volvió a recordar el apoyo de París al Plan de Autonomía marroquí para el Sáhara, subrayando que ya «es tiempo de avanzar» en encontrar una solución porque se trata de «una cuestión existencial para Marruecos y para los marroquíes» y que «Francia lo sabe».
Destacó que la posición de su país «es clara y constante» y que, «como Marruecos, Francia quiere una solución política justa, duradera y aceptable conforme a las resoluciones de Consejo de Seguridad». De tal como, que no hay avances en la ambigua postura de Francia respecto al expediente del Sahara.
Las expectativas desde aquí eran altas, sobre todo tras las últimas declaraciones provenientes del país galo que dejaban entender un supuesto cambio de postura francés sobre el Sahara, tal como hizo su vecina del sur España o antes Estados Unidos.
Lo de “acompañar” el desarrollo del Sahara marroquí y la apertura de institutos o centros culturales en la región, pese a tener un señal positivo en cuanto a su apoyo a la autonomía marroquí, pero no deja de tener, más bien, un carácter económico y cultural, cuando Rabat espera ganar una batalla diplomática respecto a su integridad territorial.
Bourita, por su parte, destacó que la relación franco-marroquí “es única y arraigada en la historia”, subrayando que es una «relación de país a país, de Estado a Estado», en un claro mensaje de su anterior máxima de “el Marruecos de hoy no es el de ayer”.
Bourita aclaró que las relaciones bilaterales se encuentran “en un momento de renovación y desarrollo en términos de contenido, enfoques y actores, para seguir el ritmo de la evolución de la escena internacional y de los cambios que experimentan ambos países”.
Así las cosas, mientras París quiere “abrir un nuevo capítulo” y sellar la que calificó como una «nueva hoja de ruta» bilateral, Rabat llama a “renovación” y “evolución”, según los cambios que está conociendo la región y la escena internacional.
Estos cambios a los que alude Bourita son los que llevaron a España a salir de su zona de confort y dar una postura clara e histórica, apoyando la marroquinidad del Sahara, aunque eso afectó sus relaciones con la vecina Argelia. Francia, en cambio, no parece querer, de momento, dar este paso, dadas sus relaciones estratégicas e históricas con Argelia.
No obstante, un cambio de postura respecto al Sahara es el único camino que tiene Francia para devolver la calidez a las relaciones bilaterales. Francia está llamada a seguir los pasos de España si aspira a “abrir un nuevo capítulo” o establecer “una nueva hoja de ruta” con Marruecos que desde el 69° Aniversario de la Revolución del Rey del Pueblo, el 20 de agosto de 2022, adopta la política de las “gafas del Sáhara” en su política exterior con sus socios y aliados.