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Ismail El Khouaja
Cada año miles de bosques se evaporan como si nunca hubieran existido. El cambio climático que conoce el globo juega en contra de la naturaleza, razón de ser del ser humano.
Los incendios forestales se han convertido en una noticia natural, de manera que no pasa un día veraniego sin escuchar un tal bosque en tal lugar se quemó. Los expertos temen que esto se convierta en la nueva normalidad climática.
Los incendios son capaces de paralizar la economía de un país que no está preparado ni se dispone del material necesario para enfrentar desde el principio la catástrofe.
Lo sucedido el pasado verano en Argelia es un ejemplo a gran escala más esclarecedor. Un país africano con miles de hectáreas forestales a lo largo y ancho del país y con una riqueza petrolífera se ha visto incapaz de parar los últimos incendios que asolaron la región cabileña (que pide la independencia) por el hecho de no disponer ni de un solo Canadair para hacer limite a la tragedia que resultó de la muerte de varios civiles, así como la quema de gran parte de la fauna y flora del país magrebí.
En cambio, Marruecos, bajo las altas instrucciones del rey Mohammed VI, se movilizó desde hace dos décadas para prepararse ante cualquier incendio que conocen las regiones norteñas del país mediante la compra de todo el arsenal necesario para combatir este fenómeno.
Hasta el momento Marruecos tiene a su alcance 9 aviones contraincendios y en los próximos meses contará además de tres Canadair CL-415EAF, lo que aumentará su flota aérea a 11 aviones contraincendios.
Esta política adoptada evitó al país caer en varias tragedias naturales, así como le permitió prestar ayuda a otros países, como es el caso de Argelia, en el marco de cooperación que mantiene el Reino con los países de la región.