Rue20 Español/Rabat
Zakariae Alem
La historia común entre España y Marruecos es muy rica, en la cual se vieron muchos altibajos, conflictos, momentos de paz y otros de guerra y grandes figuras. Una de estas figuras más importantes es Ibn Arabi.
Muḥyī ad-Dīn IBN ARABI es una figura emblemática del pensamiento y teología en la historia mundial; nacido en Murcia en 1165 y fallecido en Damasco en 1240. Su nombre completo es Muhammad ibn Alī ibn Muhammad al-Ḥatimi at-Ta’ī IBN al-ARABI.
Dice Abou el-‘Ela AFIFI en la presentación de Los engarces de las Sabidurías:
“Él es, sin duda, un filósofo fundador de una escuela, pero es un filósofo que prefiere no dar importancia al enfoque mental, cuyos métodos son el análisis y la síntesis, para seguir el método de la fotografía emocional, el símbolo, el signo y basarse en los estilos de la imaginación en la expresión”.
Son palabras que reflejan la importancia de este pensador en la historia del sufismo y del pensamiento humano en general.
Ya que nació en Murcia y fue criado en Sevilla, se puede considerar a Ibn Arabi una figura española. Sin embargo, creció en un ambiente andalusí islámica, por tanto, es también una figura islámica y árabe, componentes esenciales de la cultura marroquí. Además, Ibn Arabi tuvo más de un viaje a las ciudades de Marruecos, sobre todo Salé, Fez y Marrakech.
Era precisamente en Fez donde alcanzó la “manifestación divina” en 593 del calendario islámico (1197 d. C.), aunque afirma en su libro al-Futūḥat que ya había calado hondo en la vida sufí y en el camino de la perfección espiritual en el año 580 del calendario islámico (1184 d. C.) cuando todavía era un joven que apenas tenía barba.
“Es un grado que alcancé el año 593 hiŷrī en la ciudad de Fez durante la oración de al-‘asr cuando estaba rezando en la mezquita Al-Azhar. Vi en la montaña una luz más radiante que el que estaba delante de mí”, dice el mismo Ibn Arabi en al-Futūḥat.
Luego, después de un largo viaje en Oriente Medio, Ibn Arabi ya pudo llegar a ser el gran maestro que todos conocemos hoy en día.
Intentar llegar a la Verdad Divina, por medio del ascetismo y esforzarse contra los deseos del alma, es una forma del saber que utiliza Ibn Arabi junto al razonamiento y la filosofía para llegar a desvelar la Verdad y alcanzar la felicidad deseada.
Asimismo, Ibn Arabi adopta la visión de la unidad del ser, aunque muchos especialistas afirman que el Shayj Al-Akbar tiene una forma muy peculiar y precisa de explicar la relación entre Dios y el Universo, una forma que se cruza con el “panteísmo” en varios puntos pero no lo es.
“… esta teología esotérica de Abenarabi, en suma, no es otra cosa sino un panteísmo mixto de emanatista e inmanente, que parte del concepto plotiniano de Dios-Unidad Absoluta, para explicar luego la multiplicidad aparente de los seres todos del cosmos mediante la emanación decadente y progresiva de las cinco hipóstasis del Uno: Materia espiritual, Intelecto, Alma, Naturaleza y Materia corporal”, dice Asín Palacios en su artículo ‘El místico murciano Abenarabi. (Monografías y documentos) IV. Su teología y sistema de Cosmos’.
Falleció en 1240 dejando un legado de unas doscientas obras. Sus libros más importantes son: Los Engarces de las Sabidurías, Las Iluminaciones de La Meca y El intérprete de los deseos.
Podemos, pues, afirmar que Ibn Arabi es uno de los ejemplos más claros de los puntos de encuentro entre Oriente y Occidente y precisamente entre España y Marruecos, que merece ser halagada y tener más protagonismo a través de actos culturales comunes entre las instituciones de los dos países.
Mi corazón ya acepta todas las formas
Prado es para las gacelas y convento para el monje
Templo para ídolos, Ka‘ba para peregrinos,
Tablas de Torá y libro de El Corán.
Ibn Arabi
