Rue20 Español/ Rabat
Mustafa Akalay Nasser
El texto que se presenta es una muestra de la desgarradora vivencia y perdición heroica de Mohamed Choukri en un Tánger hecho de violencia y penuria en el que sobrevivir fue la principal tarea cotidiana.
La autobiografía novelada: Tiempo de errores, ilustra y da testimonio de ese balanceo vital y social, una existencia de resaca permanente ahogada en coñac barato o de garrafón, que supo sin embargo encontrar el significado de la lucidez.
Así lo atestigua el siguiente capítulo del libro citado arriba, pleno en humor cruel y furia etílica, y donde Mohamed Choukri despliega sus mejores artes de prosista despiadado.
“Soñamos un poco más, más allá del sueño, ¡oh espulga –buey, pez –piloto, pájaro- mosca, oh presidiario que rema, amarrado a su banco y golpeado hasta hacerle sangre. Hoy caerá a tiros antes de ver su sombra plasmada en el sol naciente, antes de convertirse en un espectro errante de la noche.
No se espera a nadie después del último rezagado; Si soy aquel, ella tiene la culpa, la amarga y cruda vivencia. ¿Quién me mostrará el camino de la cordura para enfrentarme a tan difícil prueba?
Mis compañeros de viaje se han hundido en la locura o presos del delirio, deambulan sin rumbo por la ciudad; otros en busca de un paraíso de paso o de un mundo mejor, han tomado el camino del exilio. Su viaje empezó mucho antes, creo haber visto algunos tomarse el último trago y perderse definitivamente.
Como amuleto, uno de ellos se llenó una bolsita de tierra para que le sepa a terruño o le sirva para plantar su hierbabuena en su expatriación. Este es el precio de la miseria que impera en su país, se prevén tiempos difíciles, me augura el señor Benítez de Asilah. Pero, ¿cuándo hemos vivido tiempos mejores, me he preguntado? ¿De quién son estas tristes melodías que suenan en la lejanía? de los que se van, personas perdidas, desahuciadas, despavoridas, castigadas por su sociedad, que huyen arrastrando su miserable existencia hacia su nuevo destierro.
Creo haber visto a alguna persona dar el último suspiro y proferir: “Qué espanto de travesía, será la travesía del adiós definitivo, la muerte en el estrecho como espaldas mojadas o Harragas”. Tengo la costumbre de divisar el sol y el mar juntos. ¿Qué hacer de un mar sin sol? la niebla nos extraña. El cielo azul, espejo de nuestra tierra, ha perdido su fuerza luminosa y el sol caliente se ha transformado en penumbra.
¡Basta de tonterías! ¡Sueña con mundos mejores!¡Basta de ceguera ¡A menudo el malvado se convierte en piadoso, hay caras que muestran desagrado, pero no me queda más remedio que aceptarlas. Cuánta gente nueva ha llegado y cuánta gente se ha ido. Los nuevos bares de esta ciudad, auténticos antros de borrachines nos han alcoholizado, desahuciado y desquiciado
Las caras de los parroquianos reflejan agresividad y necedad. Los dueños con cara de pocos amigos y gran afán de lucro, son un hatajo de negados, obrando sin escrúpulos sirviendo bebida desnaturalizada (Garrafón) a sus clientes. Cómo se echa de menos la vida mundana y bulliciosa de bares cómo “Le Grillon”, “Le Parade”, donde a nadie se le ocurría mendigar sus copas, y la noche – de entonces –donde los personajes eran tan distintos a como son de día, se podía uno acodar en la barra con Emilio Sanz de Soto, Eduardo Haro Teglen, madame Trody la propietaria y cambiar confidencias y risas.
Los bares se han desfigurado y los dueños todavía más, como la ciudad misma Tánger filicida, olvidadiza, tienen mala memoria, no retienen los nombres, apenas fomentan relaciones. Me siento a veces como el toro que sale disparado de su toril, que se revuelve en el aire, afila sus cuernos y se da con el morro en la arena antes de enfrentarse a su suerte final. Esta es la vida en tiempo de errores, me adentro por la noche en las calles desiertas.
Los locos se han encerrado, se han ensimismado, se han vuelto cuerdos, se han dejado crecer la barba, no por rebeldía ni por sacrilegio, se han rendido y han capitulado. Cansado y aburrido de recorrer las calles de la ciudad, en las que no encuentro sino una desesperante monotonía, quiero dar más variedad a mis ojos y nuevas sensaciones al alma. Sueño con grandes viajes, tengo ganas locas de expatriarme, sueño con una casa en el arrabal de una gran ciudad. Que mi camino sea polvoriento y de tierra batida. Allí sentaré mis reales. Vivo en Val- Fleuri, a la vera de mi escuela. Quiero escribir sobre las deficiencias de la ciudad y denunciarlas.
Hace tiempo que no siento el olor del salitre, el vaho del rocío, “Anassim”, la brisa matinal ¡Oh, espectro que me remite a mi cansada imaginación! Soñamos un poco más allá de los recuerdos de mi infancia humillada e indigente. Soy poco versado en retórica, la escritura es sufrimiento, un parto con dolor, desmembrarse el alma para que mane lo más oculto y la hoja en blanco sienta y encarne esa angustia desgarradora; Soy el enano de mi mismo. En el fondo de mi pensamiento hay solo palabras…”
Choukri recurría a la transgresión para recuperar la inocencia perdida y a través de la impureza y violencia del texto contaminaba fecundamente la lengua árabe con palabras o kalimat en Tarifit -(rifeño) o mejor dicho Taqr’act (variedad dialectal que hablan los Iqar’ yen o los alcalaínos)-, en castellano y en árabe dialectal dariya, infringiendo las leyes sagradas de la gramática. Decía, que las lenguas evolucionaban con el uso que de ellas hacen los hablantes, y no con los academicismos establecidos.
Residiendo en los años 50 en el barrio Málaga de Tetuán, Choukri aprendió antes que el árabe, el castellano chapurreado por los chatarreros gitanos instalados en la ciudad de los manantiales, conocida también como La blanca ya que su medina tiene una forma de paloma, La semejanza forma urbana e imagen animal, era muy recurrente en el urbanismo organicista: Tetuán- pudiéramos decir “Tetuán la blanca”- es como una bandada de palomas (me refiero al blanco caserío de la medina ), abrigada en las patas de una gran esfinge, que es el Jebel Dersa, pues este monte tiene toda la figura esfinge a la que faltase la cabeza, y a sus pies como protegido entre sus garras, reposa todo lo blanco caserío.
El escritor Choukri con el tiempo alardeaba de haber dominado una lengua extraña para un amazigh o bereber el árabe fusha y que Mhand su nombre pasó a ser Mohamed, y su cerebro pasó del tarifit al árabe; y lo logró hasta el punto de que aquel chaval analfabeto de Beni Chiker acabo siendo un escritor de culto.: «Conozco los asuntos de la vida errante, yo también he sido perseguido por niños y viejos, pero me fue dado aprender la lengua de mis perseguidores. Es verdad que intentaba disimular mi acento para ocultar mi origen indeseable en una sociedad la tangerina con toque panárabe, discriminadora, excluyente, y que despreciaba a los rifeños- (Iros de aquí, ¡rifeños muertos de hambre, rifeños de mierda!). Pero terminé por triunfar sobre esta lengua estructurada y poderosa (clara y extranjera)-. Estaba obsesionado con la lengua árabe; quería poseerla entera, La sometí a mi ley. La vencí».
Mi gran deseo decía era sentirme como en casa con la lengua árabe, y eso condujo a la integración de mis dos yoes. El hecho de vivir y pensar y traducir en otro idioma, comentaba te da cierto desapego y perspectiva, y te permite darte cuenta de lo que otros no se dan, es un signo de fuerza.
Los temas preferidos del desaparecido escritor, fueron los concernientes al mundo marginal, tal y como lo expuso en una rueda de prensa con los medios granadinos en 1997.
“soy hijo de las barracas, y de la podredumbre, pertenezco a una clase sin clase donde en principio escribir me parecía un prestigio social, aunque luego lo vi como un arma cargada de futuro parafraseando Celaya que incita a la reflexión y, a la larga, ayuda a cambiar conciencias. Para mí la escritura es una denuncia, no un esnobismo, escribo sobre los temas de la marginación que imperan en una ciudad como Tánger: robos, prostitución, paro… La desesperación de una juventud diplomada pero que no puede trabajar y está abocada a expatriarse y a morir en el estrecho como espaldas mojadas.”
Hispanista y catedrático en la UPF. De Fez