Rue20 Español/ Agadir
Mohamed Abrighach*
Este artículo de opinión dialoga con otro de mi colega y amigo, el hispanista Fikri Soussan, aparecido en este mismo medio hace días y en el que hablaba de la acción cultural de Marruecos fuera de sus fronteras. Mi reacción pretende aportar más información y ofrecer a este propósito un breve análisis en clave objetiva y por supuesto crítica.
Empiezo con algunas consideraciones preliminares y necesarias. La primera es casi una evidencia que nadie con sentido común pueda negar, a no ser que haga nacionalismo de cartón piedra y poco racional. Consiste en afirmar que Marruecos no ha tenido hasta el momento una clara, anunciada, eficiente y profesional acción cultural exterior que tuviera como finalidad difundir su cultura y la marca Marruecos en los países prioritarios para su política exterior y también entre sus nacionales residentes en los mismos. Una prueba más que evidente de mi aserto: el nuevo modelo de desarrollo aprobado y publicado en 2021 preveía la creación de una Agencia Exterior Marroquí que se iba a encargar de promocionar en el extranjero la marca Marruecos y, supuestamente, su cultura y civilización. Estamos casi en puertas de 2024 y no ha salido a la luz todavía. Parece que no es una urgencia y tal vez haya otras prioridades que no sean de naturaleza cultural. Esta situación reviste de acentuada acuidad por el simple hecho de que tenemos una significativa y numerosísima comunidad de marroquíes en la diáspora, particularmente en los principales países europeos, casi más de cinco millones. Una cantidad que equivale, si quisiéramos hacer una sugestiva comparativa, al total de la población de dos países como Uruguay y Guinea Ecuatorial a guisa de ilustración.
Como expresión de un probable interés por hacer diplomacia cultural, Marruecos aprobó hace muchos años, casi una década, la creación de cinco o más de centros culturales marroquíes en los países prioritarios para su política exterior y en que hubiera fuerte migración nacional. Hasta el momento la decisión no se llevó a cabo tal vez por supuestas reservas del Tribunal de Cuentas por la carga presupuestaria que suponía tal empresa. No obstante, en 2012 se creó el primero de ellos en Montreal, Dar Al Maghrib o Casa de Marruecos, pese a que Canadá no es históricamente prioritaria para Marruecos y con poca significativa diáspora como la existente en países más cercanos y europeos como en España, Francia y los países del Benelux.
La cultura y el conocimiento son los mejores factores que crean complicidad y más sentimiento de pertenencia y contigüidad. La promoción de nuestras respectivas culturas, literaturas, artes y lenguas en el exterior es la mejor forma de defender nuestras causas nacionales y asimismo un buen y necesario acompañamiento de la labor tanto económica como política; sin aquélla estas últimas fallan y si se llevan a cabo las tres en su conjunto y bien imbricadas podrían generar a buen seguro más interés material y político, y también más empatía sentimental. La cultura, esto es, las artes y las letras crean patrias espirituales y sentimentales en que se conjugan lo uno y lo otro sin complejo y con naturalidad. Sin pecar de utópico, son estas patrias espirituales las más diplomáticas que la diplomacia porque son capaces de hacer más amigables y tolerantes –o al menos contribuyen a ello– las otras patrias, las históricas, las nacionales que tienen nombre, bandera y lindes marcados en el mapa.
Esta perspectiva cultural no ha estado presente en la acción exterior diplomática de Marruecos en España y parece que todavía no hay amagos de que se emprenda a corto plazo. Lo cual parece, si no raro, al menos poco realista e inadmisible, considerando sobre todo la importancia estratégica de España para nuestro país por varias razones que merecería recordar aquí por efectos de simple énfasis. Unas son obvias como la fuerte vecindad geográfica, la larga historia compartida, los contenciosos territoriales todavía irresueltos, la fuerte presencia en suelo español de casi dos millones de marroquíes entre regularizados, ilegales, nacionalizados y de ascendencia marroquí, la existencia de vínculos económicos y comerciales cada vez en crecimiento. Otras son poco conocidas o de las que se habla a hurtadillas o casi nunca pero que son tan relevantes que se deben tomar siempre en consideración en cualquier acción cultural.
La primera tiene que ver con el apoyo político mayoritario de la sociedad española a la tesis independentista saharaui por supuesto sentimiento de culpabilidad histórica con el problema del Sahara desde 1975, mientras que el resto es de naturaleza cultural. Consiste primero en la permanencia de los prejuicios y de un considerable déficit de conocimiento mutuo, y segundo, en la existencia en España no solo de una grave falta de empatía con respecto a sus vecinos orientales o norteafricanos, como bien indica Federico Corriente en su discurso de ingreso en la Real Academia Española de la Lengua, sino también de una especie de “duda y ansiedad subyacentes” de naturaleza ontológica-existencial, con respecto a lo islámico. La presencia de árabes y amazigios en el suelo peninsular desde 711 hasta hoy en día produjo en su momento, y lo sigue ejerciendo todavía, una herida abierta y el país se siente aún humillado por la conquista islámica. España se ha construido desde su propia fundación y hasta los tiempos actuales por contraste, oposición y diferenciación a la alteridad islámica, marroquí, norteafricana y oriental, esto es, como un espejo en que no quiere verse, un mal espejo que solo sirve como alibi y coartada para reflejar la identidad propia, afirmarla más o servir a sus intereses de expansión colonial o de idealización estética.
Si quisiéramos hacer un breve balance de la presencia de Marruecos en España, podríamos afirmar que es muy contradictoria. Hay una gran y fuerte presencia física: una población de casi dos millones como se ha dicho anteriormente y la más numerosa de cuantas comunidades extranjeras residentes en España, una embajada y doce consulados generales, y una considerable cantidad de asociaciones, muchas de ellas son religiosas, casi el 80 por ciento de las 2000 registradas en el Ministerio de Interior español, y las demás son generalmente de emigrantes. La mayoría de estas instituciones oficiales y asociaciones se entregan prácticamente a atender las necesidades de los emigrantes marroquíes residentes en España, esencialmente administrativas, espirituales, de regularización, de integración, defendiendo la diversidad y la convivencia multicultural, amén de promocionar a veces el desarrollo norte/sur. El factor cultural es tangencial y se limita a cuestiones de enseñanza del árabe o del español y a la celebración de algunas actividades.
La acción cultural que debería acometer Marruecos es casi inexistente en España. Es la gran ausencia que sorprende a cualquier observador y sobre todo a los propios marroquíes y españoles. Si bien, como se supone, existe una Consejería de Cultura o Cultural en la Embajada no tiene agenda cultural y no emprende acción cultural clara como es convencional en estas consejerías en todas las embajadas. Lo digo por experiencia porque cuando estudiaba en Madrid entre 1989 y 1995, nunca me enteré de alguna actividad cultural celebrada por la institución. La situación sigue siendo igual lamentablemente hasta hoy en día. Por cierto, y a título de colación, precisa recordar que Marruecos ha solido estar en muchas de las exposiciones importantes que se celebran en España como las del IFEMA del turismo y también de la Exposición Universal de Sevilla de 1992 en las que su pabellón se ha solido considerar como uno de los mejores. No obstante, nunca nuestro país ha estado presente como país de honor o invitado, por ejemplo, en una de los eventos culturales españoles más emblemáticos como lo es el de la Feria del Libro de Madrid.
No hay hasta el momento ningún centro cultural marroquí, una Casa de Marruecos, al estilo de los centros culturales europeos (Instituto Cervantes, Goethe-Institut, Institut Français, Instituto Camŏes, etc.) con la finalidad de difundir la cultura y la civilización marroquíes en el mundo, favorecer la integración de los residentes marroquíes en las sociedades de acogida y consolidar sus lazos con el país de origen. En 2009, durante el mandado del ministro encargado de los residentes marroquíes en el extranjero, Mohamed Ameur, se firmó un Protocolo entre el Ayuntamiento de Barcelona y el Gobierno del Reino de Marruecos para la creación de un Centro Cultural Marroquí que se iba a llamar oficialmente Centro Cultural de Marruecos y Cataluña, en virtud del cual la institución catalana cede a Marruecos un solar en la Montaña de Montjuic para un periodo que se extiende entre 25 y 75 años y este último se compromete a llevar a cabo las obras necesarias para la rehabilitación o construcción del centro. Hasta este momento no se ha hecho realidad el proyecto. El Centro Cultural Mohamed VI para el Dialogo de Civilizaciones Coquimbo-Chile, 2007) es el único de esta naturaleza que es operativo en el mundo de habla hispana, en este caso, Hispanoamérica, con una acción cultural sui generis en términos de celebración de actividades y edición de libros. Un ejemplo que se debe hacer extensivo a los países de mayor población en el continente (México y argentina) y necesariamente a España. Los pocos centros hispano-marroquíes que se crearon hace tiempo tanto en Madrid como en Málaga ahora ya cerrados dependían de instituciones españolas, particularmente de los ayuntamientos de las dos ciudades.
La Fundación Tres Culturas del Mediterráneo (Sevilla, 1998) en la que Marruecos es miembro de su patronato al lado Junta de Andalucía, la Autoridad Nacional Palestina y el Centro Peres por la Paz, es la única que tiene una agenda cultural clara con directrices muy precisas que programa actividades relacionadas con la cultura y civilización marroquíes. Es una Fundación transmediterránea que tiene como principio rector promover el diálogo, la paz y la convivencia entre pueblos, y culturas del Mediterráneo.
Tal vez sea la labor cultural de Librería/Editorial DiwanMayrit la única y la más importante en España en estos últimos años. Fue creada en Madrid en 2000 para comercializar libros publicados en español dentro o fuera de España relacionados con el Mundo Árabe y el Islam, pero a partir de 2009 Librería Diwan procedió a crear un sello editorial propio: Diwan Mayrit. Ha venido llevando a cabo en colaboración principalmente con el Ayuntamiento de Madrid muchas actividades de presentación y difusión del hispanismo marroquí y de las letras y culturas marroquíes, con una constante presencia en las mejores ferias del libro de España particularmente en la de Madrid en la que por primera vez muchos escritores marroquíes llegaron a estar presentes firmando libros. La editorial ha llegado a publicar hasta el momento en sus diez colecciones, orientadas todas hacia Marruecos, el Magreb y lo andalusí, un total de 143 libros de diferente género y diversas áreas temáticas. 56 de ellos son marroquíes, casi 40% de su autoría corresponde a hispanistas y escritores, de los cuales 16 se editan bien en árabe, bien en versión bilingüe.
* Escritor e hispanista
Muy interesante, gracias