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Ismail El Khouaja
Tras lamentar la «incomprensible» ruptura unilateral del régimen militar argelino con Marruecos, el mes pasado, Emiratos Árabes Unidos y el Reino de Bahréin vuelven a expresar su pesar por la decisión de cerrar el espacio aéreo argelino a los aviones marroquíes.
Los Emiratos Árabes Unidos «tiene fuertes relaciones fraternales con ambos países y busca desarrollarlas de acuerdo con el enfoque de apoyo del Estado a todos los esfuerzos conjuntos que sirven a las causas árabes», en una declaración publicada en el sitio web del Ministerio de Exteriores publicado el mes pasado.
Por su parte, el Reino de Bahréin pidió «abrir una nueva página en las relaciones marroquí-argelinas, de una manera que fortaleza las relaciones entre dos países hermanos, y de una manera que tome en consideración los intereses de los dos países y pueblos hermanos, y preserve la seguridad y estabilidad de la región», dijo en un comunicado publicado en el sito del Ministerio de Exteriores el mes pasado.
Hoy los dos países lamentan el cierre del espacio aéreo a los aviones civiles y militares marroquíes, así como ante la campaña aérea Air Arabia, fruto de la colaboración entre Royal Air Maroc, Ithmaar Bank Behréin y Air Arabia emiratí.
El periódico argelino, Echourouk, publicó un artículo saturado de análisis de expertos argelinos, bajo recomendación, para darle la razón a esta decisión «soberana», basada en el Acuerdo de Aviación Civil de Chicago.
Según el mismo periódico, cercano al Palacio Merdaya, el régimen militar quiere proteger su espacio aéreo para evitar intentos de posible espionaje por parte del vecino Marruecos.
Los del Merdaya aún no entienden que Marruecos está concentrado en la revolución industrial y el proceso democrático que lanzó el rey Mohammed VI hace dos décadas, y lo último que le importe es espiar a generales carentes de toda razón y miras sobre cómo se gestiona un país en pleno siglo XXI.
El régimen militar lanza acusaciones sin poder dar pruebas y presentarles ante la Corte Internacional de Justicia. Ni tampoco accede a la petición del rey Mohammed VI para sentarse a dialogar cualquier cuestión «sin condiciones».
El régimen militar, para su bien y el bien de su pueblo hermano, debe dejar de pensar con la ideología de la URSS. El mundo ha cambiado, se ha convertido en un pueblo pequeño, lo que perjudica un país salpica a todos los otros países, empezando por los vecinos.
Supongamos que de Marruecos viene todo ese mal que el régimen intenta día y noche inculcarlo al pueblo argelino, por qué entonces no sentarse sobre mesa y solucionarlo todo, por medio del diálogo.
Dialogando se entiende la gente. El régimen opta por la guerra. La guerra no está a favor de nadie. Los dos pueblos quieren fortalecer los lazos de sangre que les une.
Los dos países con el potencial de que disponen pueden ser una gran potencia y liderar todo ese gigante continente africano. Pero sin colaboración nada ocurrirá.
Da lástima ver que familiares intercambian saludos y felicitaciones separados de lo que llamamos «fronteras de la vergüenza» que separan Marruecos de Argelia.
Un drama humano que los países democráticos deben hacer nota y ayudar en la resolución del conflicto ante la abstención del régimen militar.