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El diario inglés The Guardian recoge en su edición del 28 de enero de 2025 la reapertura del Museo de Arte Contemporáneo Africano Al Maaden (MACAAL) en Marrakech, una institución que se ha posicionado como un faro cultural en el continente. La reapertura, programada para el 2 de febrero, no es solo el regreso de un espacio expositivo, sino la consolidación de un proyecto que desde su fundación ha desafiado los límites de la representación artística en África.
Bajo el título Siete Contornos, Una Colección, el MACAAL exhibirá 150 piezas de una vasta colección privada que supera las 2,500 obras. El ojo crítico y el sentido de la historia han guiado la selección, abarcando desde la fotografía hasta la instalación, pasando por pintura, escultura, textiles y videoarte. Nombres esenciales del arte africano, como Farid Belkahia, Ahmed Cherkaoui y Malick Sidibé, articulan un discurso visual que no solo documenta el pasado, sino que interpela al presente.
La reapertura del museo llega en un contexto en el que el arte africano sigue luchando contra los muros de la centralización cultural. Europa y Estados Unidos han sido durante décadas los árbitros del reconocimiento artístico global, mientras que los espacios africanos han tenido que reconstruirse entre la memoria y la reinvención. MACAAL, con su renovada propuesta, desafía esa lógica y demuestra que la creación artística en África no necesita validación externa para afirmarse.
Pero más allá del arte en sí mismo, MACAAL apuesta por un modelo de museo dinámico y accesible. Su propuesta educativa y comunitaria busca hacer del arte contemporáneo un derecho, no un privilegio. En un Marruecos donde la cultura muchas veces se ha visto relegada a círculos reducidos, este museo encarna una resistencia silenciosa pero efectiva: la de abrir las puertas a quienes históricamente han estado fuera del diálogo artístico.
El MACAAL no es un mero espacio de exhibición; es un manifiesto en piedra y lienzo, una evidencia de que la identidad africana se construye también desde la imagen y la materia. Con su reapertura, Marrakech refuerza su posición como epicentro de la escena cultural del continente y plantea una pregunta incómoda a los grandes museos occidentales: ¿hasta cuándo el arte africano será solo una pieza exótica en colecciones foráneas?
