Rue20 Español/Rabat
En el reino del absurdo que es el régimen argelino, cualquier evento, por inofensivo que parezca, se convierte en una nueva ocasión para demostrar al mundo su desconexión con la realidad. Esta vez, el escenario ha sido la ceremonia del sorteo de la Copa Africana de Naciones 2025 en Rabat, Marruecos. Mientras todas las naciones enviaban a representantes dignos de su historia futbolística —presidentes de federaciones, exjugadores emblemáticos— Argelia, en su infinita creatividad, optó por enviar… a un suizo. Sí, el entrenador Vladimir Petković, con su impecable neutralidad helvética, fue el elegido para representar a la “nación revolucionaria”.
Para cualquier observador con sentido común, la decisión es, cuanto menos, desconcertante. Pero para quienes llevan años analizando los delirios del sistema militar argelino, esto es simplemente una nueva manifestación de su incapacidad para gestionar lo más básico. No solo han fallado en encontrar un representante argelino para un evento deportivo en África, sino que han optado por una figura extranjera, dejando a todo un pueblo preguntándose si en su país ya no queda ni un solo rostro capaz de sostener una invitación en el continente.
El escándalo, por supuesto, no tardó en estallar en las redes sociales argelinas. Los internautas, cansados de la mediocridad que rige su país, expresaron su indignación ante esta elección, viéndola como una humillación nacional más. No se trata solo de fútbol, se trata del reflejo de un sistema que cada día pierde más legitimidad, hasta en los detalles más triviales.
Mientras otras naciones africanas avanzan con estrategias deportivas y diplomáticas bien definidas, Argelia sigue atrapada en su laberinto de frustraciones y decisiones incoherentes. Es un país donde el régimen prefiere hundirse en su propia rigidez antes que admitir su aislamiento internacional.
El mensaje que transmite esta última maniobra es claro: no hay nadie en Argelia que el régimen considere lo suficientemente válido para representarlo. Esta decisión va más allá de un simple error de gestión y evidencia el vacío institucional y la falta de liderazgo que caracterizan al régimen argelino.
En fin, que disfruten de su fútbol helvético.