Rue20 Español/ Rabat
El informe reciente de IFOP sobre la percepción de los franceses respecto a las relaciones franco-argelinas revela las profundas contradicciones del régimen argelino, que no se distingue por sus logros internos, sino por su persistente capacidad para provocar tensiones externas, con una obsesiva hostilidad hacia Marruecos como su eje central.
Los datos reflejan una opinión pública francesa cada vez más consciente del desequilibrio en las relaciones franco-argelinas, donde el principal beneficiario es Argelia. Un 74% de los encuestados señala que Argelia obtiene más ventajas de esta relación, lo que subraya cómo el régimen argelino utiliza su influencia para obtener beneficios económicos y políticos sin ofrecer reciprocidad significativa. Esta percepción evidencia tanto el agotamiento de la paciencia francesa como la necesidad de revisar acuerdos bilaterales que parecen favorecer unilateralmente a Argelia.
Además, las estadísticas muestran una clara preferencia de los franceses hacia Marruecos en comparación con otros países del Magreb. Un 68% de los encuestados tiene una buena imagen de Marruecos, frente al 60% que valora positivamente a Túnez y un escaso 29% que guarda una percepción favorable hacia Argelia. Este dato refleja la diferencia abismal en cómo se perciben las políticas, la estabilidad y la cooperación internacional de cada país. Marruecos se consolida como un socio fiable y respetado, mientras que Argelia paga el precio de su política exterior agresiva y su falta de apertura.
El informe también destaca el creciente apoyo entre los franceses hacia la soberanía marroquí sobre el Sahara, con un 64% de respaldo. Este dato no es casual; refleja una comprensión clara de que Marruecos es un aliado estable, comprometido con la paz y la cooperación internacional, frente a un régimen argelino cuya agenda se centra en desestabilizar la región mediante el apoyo a entidades terroseparatistas como el Frente Polisario.
La política exterior argelina, basada en la confrontación y la desinformación, ha erosionado su imagen tanto en Europa como en el Magreb. Argelia sigue atrapada en una narrativa obsoleta que la aleja de los retos reales que enfrenta su población. La falta de libertades internas, sumada a una economía dependiente de los hidrocarburos, dibuja un panorama desolador que el régimen intenta ocultar a través de conflictos externos.
El informe de IFOP pone de manifiesto estas dinámicas y envía un mensaje claro: la comunidad internacional, incluida Francia, debe reevaluar su postura hacia un régimen que utiliza sus recursos para perpetuar conflictos y bloquear cualquier solución pacífica en la región, en lugar de destinarlos al desarrollo interno.
Es momento de que la hipocresía argelina sea enfrentada con una respuesta firme y que el apoyo a Marruecos, como garante de la paz y la estabilidad, sea fortalecido. Los datos no mienten: la paciencia con Argelia se agota, y su retórica hostil ya no engaña a nadie.
