Rue20 Español/Rabat
La reciente presencia de representantes y militantes kurdos en los campamentos de secuestrados en Tinduf ha generado controversia y preocupación internacional.
La visita, que incluyó el izamiento de la bandera de la autoproclamada “rasd” junto a la de la «Administración Autónoma del Norte y Este de Siria» (Rojava), ha sido interpretada como un gesto de apoyo de Argelia a movimientos separatistas, con potenciales implicaciones geopolíticas significativas.
Fuentes diplomáticas indican que la delegación kurda incluía miembros vinculados a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), una milicia considerada por Turquía como una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización designada como terrorista por varios países.
Esta asociación con el Frente Polisario simboliza una convergencia de intereses entre dos movimientos separatistas con agendas que desafían la soberanía territorial de países como Turquía, Siria, Irak e Irán.
La decisión de Argelia de permitir la presencia de estos representantes kurdos en su territorio, y más aún, la exhibición pública de banderas de entidades no reconocidas internacionalmente, ha sido vista como una provocación por parte de algunos analistas.
Turquía, en particular, ha expresado su inquietud ante este acercamiento, considerando que Argelia está brindando apoyo a un grupo que amenaza su seguridad nacional.
La convergencia de intereses entre el Polisario y los grupos kurdos plantea interrogantes sobre la posibilidad de una mayor cooperación entre ambos movimientos, incluyendo el intercambio de información, entrenamiento y apoyo logístico.
Este escenario podría exacerbar las tensiones existentes en el norte de África y Oriente Medio, y complicar aún más los esfuerzos para alcanzar soluciones pacíficas a los conflictos en la región.
La comunidad internacional observa con atención los próximos pasos de Argelia y las posibles reacciones de los países afectados por esta alianza.
Algunos analistas sugieren que este episodio podría fortalecer la cooperación entre Marruecos, Turquía e incluso Irak, que han expresado su apoyo a la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. El futuro de la región dependerá, en gran medida, de la capacidad de las partes involucradas para gestionar estas tensiones y evitar una escalada del conflicto.
