Rue20 Español/ Fez
Las relaciones entre Francia y Argelia llevan tiempo deteriorándose. El presidente Emmanuel Macron intentó normalizar las relaciones entre ambos países incluso antes de llegar al Elíseo, pero sus esfuerzos resultaron fallidos.
La ruptura se intensificó después de que Francia reconociera la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, un gesto que Argelia consideró una traición.
En 2017, Macron, como candidato a la presidencia, calificó la colonización francesa como «un crimen contra la humanidad», marcando un paso significativo hacia la reconciliación. Para materializar este compromiso, Francia devolvió en 2020 a Argel 24 calaveras de resistentes argelinos del siglo XIX, como un gesto de memoria histórica.
Sin embargo, las tensiones entre ambos países se agravaron debido a desacuerdos sobre la concesión de visados, la negativa de Argelia a aceptar a sus ciudadanos deportados desde Francia y litigios comerciales que afectaron a empresas como Renault y Sanofi. Además, las críticas periódicas de Macron al régimen argelino, especialmente por violaciones de derechos humanos y libertades, incrementaron el malestar.
Pero, el punto de no retorno no llegó hasta que el Elíseo decidió apoyar abiertamente la fórmula marroquí para solucionar el expediente del Sáhara, exacerbando aún más las tensiones. Según La Vanguardia, Argelia considera sagrada la causa del Polisario y no perdona este alineamiento.
Para profundizar aún más en este distanciamiento, Argel detuvo al escritor francoargelino Boualem Sansal bajo cargos de terrorismo, tras haber criticado al régimen. Este caso desató protestas en Francia y la condena del presidente Macron.
Por otro lado, Francia decidió expulsar al influencer argelino Doualemn, acusado de incitación a la violencia. Sin embargo, su país natal rechazó su repatriación, tensando todavía más las relaciones bilaterales.
Mientras tanto, las voces en Francia crecen pidiendo revisar o incluso denunciar los acuerdos de 1968, que otorgan privilegios a los argelinos para establecerse y trabajar en Francia. Políticos como Gabriel Attal y Bruno Retailleau critican la postura de Argelia y proponen una mayor firmeza en la relación.
En definitiva, aunque algunos funcionarios franceses han adoptado una postura firme, el canciller Jean-Noël Barrot mantiene una posición más diplomática, sin descartar posibles respuestas a las provocaciones argelinas.
