Rue20 Español/Uchda
El último comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Argelia, redactado para responder a declaraciones del presidente francés Emmanuel Macron, es una muestra clara del deterioro de la comunicación oficial en el régimen militar argelino. En lugar de proyectar una imagen sólida y profesional, lo que han conseguido es dejar al descubierto profundas carencias tanto en forma como en contenido.
El texto, escrito originalmente en francés y traducido al árabe de manera descuidada, carece de coherencia y claridad. La traducción, lejos de transmitir un mensaje comprensible, parece haberse realizado sin prestar atención al contexto ni a las normas lingüísticas básicas. Esto ha generado un documento que resulta confuso y difícil de entender incluso para quienes están familiarizados con la terminología diplomática. Un comunicado oficial debería ser una herramienta para afirmar posiciones y defender intereses, pero este solo ha servido para mostrar la desconexión entre el régimen y los estándares mínimos de profesionalismo.
En cuanto al contenido, el comunicado se limita a repetir una narrativa basada en el victimismo habitual. Argelia, una vez más, presenta cualquier comentario externo como una amenaza a su «integridad territorial», una acusación que parece más un intento de desviar la atención de los problemas internos que una respuesta seria a las palabras de Macron. Esta estrategia no es nueva, pero su reiteración constante la hace cada vez menos efectiva y más predecible.
Este tipo de incidentes pone en evidencia un problema estructural en la diplomacia argelina. En lugar de buscar una comunicación clara y directa, se recurre a frases vacías y recursos retóricos desgastados que no logran transmitir fortaleza ni credibilidad. Mientras otros países avanzan en la profesionalización de sus cuerpos diplomáticos, Argelia parece atrapada en un esquema de improvisación y falta de preparación.
El resultado es un comunicado que falla en cumplir su propósito y, además, deja en evidencia las debilidades de un régimen que, lejos de adaptarse a los desafíos actuales, insiste en recurrir a fórmulas anticuadas que ya no convencen a nadie. Este episodio refleja un patrón recurrente que ilustra el estado general de una diplomacia en urgente necesidad de renovación.