Rue20 Español/ Rabat
El informe titulado «El Sahel, nuevo terreno de enfrentamiento para Marruecos y Argelia» publicado por Jeune Afrique subraya un hecho innegable: Marruecos se erige como el actor dominante en la región del Sahel, gracias a una estrategia diplomática que prioriza el desarrollo, la cooperación y la estabilidad. Aunque el titular alude a una rivalidad entre ambos países, el contenido del análisis muestra cómo Marruecos ha superado ampliamente a Argelia en influencia y resultados concretos.
La diplomacia marroquí, liderada por SM el Rey Mohamed VI, se basa en una visión de largo plazo que combina poder blando y proyectos estructurales de impacto regional. Iniciativas como el gasoducto Marruecos-Nigeria y la «Iniciativa Atlántica» son claros ejemplos de cómo el Reino busca no solo fortalecer sus lazos con los países del Sahel, sino también integrar a esta región en una dinámica económica que conecte África con el resto del mundo.
En el ámbito social, Marruecos ha promovido iniciativas centradas en educación, salud e infraestructura, consolidando su imagen como un socio confiable y comprometido con el bienestar de la región. Este enfoque pragmático y constructivo contrasta radicalmente con la estrategia argelina, descrita en el informe como «anclada en un modelo tradicional de confrontación». Argelia, al centrarse en el apoyo a movimientos separatistas y soluciones militarizadas, ha perdido terreno y credibilidad, tanto en el Sahel como en la esfera internacional.
El informe también resalta un desafío persistente: la falta de integración magrebí. Las tensiones históricas entre Marruecos y Argelia dificultan la coordinación en áreas clave como la seguridad y el desarrollo. Sin embargo, Marruecos ha demostrado que puede avanzar a pesar de estas limitaciones, reafirmando su posición como líder regional.
Lejos de ser un simple «terreno de enfrentamiento», el Sahel se está transformando en una plataforma donde Marruecos muestra la efectividad de su enfoque diplomático. Al priorizar la cooperación y el progreso compartido, el Reino refuerza su influencia en África, al tiempo que establece un modelo de liderazgo que responde a los desafíos del continente con visión, pragmatismo y compromiso.
