Rue20 Español/Dajla
El Abbas Tahri Joutey Hassani
Las relaciones entre Marruecos y Mauritania, cimentadas en una historia compartida y una visión común de futuro, se han convertido en un pilar fundamental de la estabilidad y el desarrollo regional.
Su cooperación, especialmente en el marco de la Iniciativa Real Atlántica, se perfila como un modelo de asociación geoestratégica para afrontar los desafíos del Atlántico y el Sahel.
Ambas naciones, situadas en una encrucijada geográfica clave entre el Magreb, el Sahel y el Océano Atlántico, poseen recursos y una ubicación estratégica que les confiere un papel crucial en la región.
A lo largo de décadas, sus relaciones bilaterales han navegado entre desafíos diplomáticos y ambiciones compartidas, siempre con la cooperación regional como hilo conductor.
La Iniciativa Real Atlántica, lanzada por Marruecos, ha catapultado esta cooperación a un nuevo nivel.
Esta iniciativa, que busca posicionar el Atlántico como un espacio de diálogo, desarrollo y seguridad, considera a Mauritania, con su privilegiada ubicación costera y su papel en África Occidental, un socio indispensable.
La colaboración marroquí-mauritana se centra en aspectos geoestratégicos cruciales: la seguridad en el Sahel y el aprovechamiento del potencial del Atlántico.
Marruecos, impulsor de la Iniciativa Atlántica, promueve una estrategia de alianzas con países ribereños, incluyendo a Mauritania y naciones sahelo-saharianas.
En materia de seguridad, la experiencia marroquí en inteligencia y formación militar se combina con el arraigo regional de Mauritania en el G5 Sahel para combatir el terrorismo, el tráfico ilícito y la migración. Esta sinergia se extiende a la prevención de crisis y el fortalecimiento institucional.
El Atlántico ofrece un enorme potencial económico. Marruecos y Mauritania colaboran en la modernización de infraestructuras portuarias y la explotación sostenible de los recursos pesqueros mauritanos.
La Iniciativa Atlántica impulsa la creación de corredores económicos que conecten puertos marroquíes, como Tánger Med, con centros mauritanos, dinamizando el comercio entre África del Norte y Occidental.
Proyectos como la carretera transsahariana y el nuevo puerto de Dajla Atlántico (previsto para 2028) son ejemplos concretos de esta integración económica. La vía rápida Tiznit-Dajla, de 1.055 km y un coste de 9.000 millones de dirhams, ya está en fase de finalización, incluyendo medidas medioambientales rigurosas.
La apertura de Marruecos a África, tras su regreso a la Unión Africana en 2017, refuerza la relación bilateral. La Iniciativa Atlántica amplía esta influencia más allá del Magreb y el Sahel, promoviendo una visión africana integrada e inclusiva.
La integración económica, mediante la creación de cadenas de valor regionales y la mejora de la conectividad, es un elemento clave. Sin embargo, el éxito dependerá de la eliminación de barreras no arancelarias y la armonización de marcos regulatorios.
Más allá de la economía y la seguridad, la relación se basa en una historia y cultura compartidas. Festivales culturales conjuntos y el papel de las cofradías religiosas sufíes refuerzan los lazos bilaterales y promueven una identidad regional inclusiva. Esta diplomacia cultural contribuye a una percepción positiva de la cooperación, facilitando la aceptación de proyectos de desarrollo.
En definitiva, la alianza marroquí-mauritana, impulsada por la Iniciativa Real Atlántica, representa un modelo de cooperación geoestratégica en una región compleja.
Su éxito radica en una visión compartida de la estabilidad, el desarrollo económico sostenible y el fortalecimiento de lazos culturales profundos, consolidando la integración y la cohesión en África.