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Walid El Moumen
El fin de año para el mundo de la aviación ha sido trágico, y nadie lo puede negar. Varios accidentes aéreos interrumpieron los viajes de cientos de personas que querían pasar sus vacaciones navideñas en distintas partes del mundo.
Esta serie de incidentes empezó el 23 de diciembre, cuando un pequeño avión se estrelló en Gramado, Brasil, causando la muerte de diez miembros de una misma familia. Este accidente dejó a la comunidad local consternada.
El segundo y más conocido ocurrió el 25 de diciembre en Kazajistán, cuando un avión de Azerbaijan Airlines fue supuestamente impactado por un misil ruso mientras sobrevolaba Grozny, la capital de Chechenia. Se estrelló en Kazajistán, dejando 38 fallecidos y 29 sobrevivientes. Este accidente generó tensiones políticas y preguntas sobre la seguridad aérea en zonas conflictivas.
Tres días después, ocurrió el incidente más impactante: tres aviones en diferentes partes del mundo cayeron, levantando muchas interrogantes.
El primero fue en Corea del Sur: un avión de la aerolínea Jeju Air enfrentó una combinación fatal de condiciones meteorológicas adversas y una colisión con aves. Este accidente, que dejó 179 víctimas mortales, se convirtió en el peor desastre aéreo en la historia del país. Milagrosamente, dos miembros de la tripulación sobrevivieron.
El segundo accidente tuvo lugar en Emiratos Árabes Unidos: un avión de turismo cayó al mar cerca de Ras al-Khaimah. Aunque solo iban el piloto y el copiloto, ambos perdieron la vida. Las investigaciones revelaron que el avión perdió contacto radiofónico antes de intentar un aterrizaje de emergencia.
El tercero fue el menos grave: dos vuelos comerciales, uno de KLM en Noruega y otro de Air Canada en Halifax, realizaron aterrizajes de emergencia. Afortunadamente, no se registraron víctimas en ninguno de los dos casos.
Ante esta sorprendente coincidencia, Khalil el-Khoury, piloto de la aerolínea Middle East Airlines, explicó que estos incidentes no tienen un factor común y que, a pesar de su cercanía temporal, son fruto del azar.
“Cada vuelo es único, y la industria de la aviación ha experimentado avances significativos en seguridad gracias a tecnologías como el piloto automático y los sistemas de ayuda al aterrizaje”, enfatizó.
Subrayó además que el transporte aéreo sigue siendo el medio más seguro por kilómetro recorrido, aunque los accidentes continúen generando fascinación y miedo.
Incidentes como los ocurridos en estos días se deben generalmente a varios factores combinados. Aunque la tecnología ha reducido significativamente los riesgos, los accidentes suelen ser resultado de errores humanos, técnicos y organizacionales.
Según expertos del sector, las fallas humanas no se limitan a los pilotos; también pueden darse en etapas como la inspección de equipaje o la falta de mantenimiento adecuado. “Un accidente aéreo generalmente ocurre por una confluencia de circunstancias graves y simultáneas, como en el caso del vuelo de Jeju Air, que enfrentó múltiples factores adversos”.
El avión de Jeju Air, por ejemplo, logró tocar tierra inicialmente, pero la presencia de un muro al final de la pista, contrario a los estándares internacionales, agravó el impacto. El avión se partió y se incendió, causando numerosas víctimas.
En cuanto a los factores que influyen en la gravedad de un accidente, la habilidad del piloto para mantener el control durante una emergencia es crucial. La selección de un lugar adecuado para aterrizar también puede marcar la diferencia en términos de supervivencia. Además, la ubicación de los pasajeros dentro del avión desempeña un papel importante: en el caso del accidente en Corea del Sur, los dos sobrevivientes estaban en la parte trasera del avión, una zona que suele ser menos afectada en choques severos.
A pesar de los grandes avances en seguridad aérea, las condiciones meteorológicas siguen siendo un desafío constante para los pilotos, aunque los aviones están diseñados para resistir situaciones adversas.
En conclusión, aunque los accidentes aéreos son cada vez menos frecuentes, siguen siendo fruto de una combinación de factores humanos, técnicos y externos, que requieren atención constante por parte de la industria para garantizar la seguridad de los pasajeros.
