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domingo, enero 5, 2025

El presidente argelino y su diccionario de contradicciones

Rue20 Español/ Rabat

Abdelmayid Tebboune, presidente de Argelia y maestro de las declaraciones estrambóticas, ha vuelto a ser el centro de atención. En su último discurso ante el parlamento, el mandatario no dudó en recurrir a un lenguaje vulgar para atacar a sus opositores internos. Los insultos no solo han causado indignación entre los argelinos, sino que también han expuesto las grietas de un régimen que parece desmoronarse bajo el peso de su propio cinismo.

El episodio, que algunos califican como una vergüenza nacional, refleja la desesperación de un sistema incapaz de gestionar las crecientes críticas internas. Los insultos hacia figuras opositoras, como el escritor encarcelado Khaled Drareni, han dejado claro que el gobierno no tiene otro argumento más allá de la intimidación y la censura. En las calles y en las redes sociales, las protestas contra el régimen militar van en aumento, mientras los ciudadanos cuestionan cada vez más la legitimidad de un presidente que parece más preocupado por insultar que por gobernar.

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Sin embargo, las salidas de tono de Tebboune no se limitan al ámbito interno. En una muestra de hipocresía, volvió a arremeter contra el plan de autonomía propuesto por Marruecos para el Sahara, calificándolo de «invento francés». Este rechazo frontal contrasta con la postura que adopta cuando se trata de respaldar el derecho de autodeterminación de otros pueblos, siempre que estén fuera de sus fronteras.

Lo más llamativo es el silencio sepulcral del régimen respecto a la región de Cabilia. Mientras se presenta como defensor de los derechos de los saharauis, ignora las demandas de los cabileños, quienes reclaman, desde hace años, su derecho a decidir sobre su propio destino. Este doble rasero ha sido señalado por numerosos observadores internacionales, quienes ven en esta postura una estrategia para desviar la atención de las profundas crisis internas que enfrenta Argelia.

El régimen argelino, obsesionado con Marruecos, parece atrapado en una narrativa anticuada que ya no convence ni a su propio pueblo. Las protestas en las calles, los hashtags como #Manich Radi (No estoy satisfecho) o #ArgeliaLibre y el creciente descontento social apuntan a un sistema que vive sus últimos días de relevancia. Mientras Tebboune se empeña en repetir las mismas consignas gastadas, la realidad de Argelia exige un cambio profundo, y no una distracción más.

Con cada discurso plagado de contradicciones, el presidente argelino no hace más que recordar al mundo que, detrás de su retórica grandilocuente, hay un régimen que agoniza.

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