Rue20 Español/Rabat
En su discurso ante el Parlamento, el domingo 29 de diciembre, el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune demostró que el Sáhara marroquí y la diplomacia argelina hacia ciertos países europeos están relacionados.
Por primera vez, Tebboune admitió públicamente que Argelia ha entrado en conflicto con varias capitales europeas, en particular Madrid y París, debido a su «salida de la legalidad internacional».
Argelia, que condiciona su diplomacia al asunto del Sáhara, defiende sin embargo «negociaciones directas» entre Marruecos y los separatistas del Polisario para llegar a un acuerdo sobre el conflicto, a pesar de ser parte interesada en este asunto.
Incluso ha reiterado su posición rechazando la fórmula de las «mesas redondas», organizadas en Ginebra en 2019 en virtud de una resolución de la ONU y que reúnen a Marruecos, el “polisario”, Argelia y Mauritania.
Marruecos, por su parte, apoya la reanudación de estas mesas redondas para llegar a una solución «basada exclusivamente en la iniciativa marroquí de autonomía, en el marco de la soberanía nacional y la integridad territorial del reino».
Convertida en paranoica y aislada, Argelia rompió sus relaciones diplomáticas con Marruecos en agosto de 2021 debido al asunto del Sáhara y al acercamiento en materia de seguridad entre Rabat e Israel.
Argelia parece ignorar que su propia posición sobre el Sáhara no es necesariamente compartida por la mayoría de la comunidad internacional. Su discurso se enfrenta a la realidad de un mundo multipolar en el que las decisiones de las grandes potencias, como España, Francia y Estados Unidos (a las que nunca critica), influyen en gran medida en las orientaciones diplomáticas mundiales. La denuncia de Tebboune se basa en la idea de que algunos países, en este caso Francia y España, han traicionado un principio fundador del derecho internacional, el del respeto a las resoluciones de la ONU sobre el Sáhara, aunque la institución internacional ya casi no menciona el principio de autodeterminación.
La confesión de Tebboune evoca un conflicto de fondo entre Argelia y Occidente, que en los últimos años ha evolucionado hacia posiciones más cercanas a las de Marruecos, especialmente en lo que respecta al plan de autonomía para el Sáhara.
Este cambio de rumbo, mal digerido por Argelia, se inscribe en un impulso geopolítico mundial en el que las relaciones de poder, los intereses económicos y las alianzas estratégicas suelen prevalecer sobre la pura formalidad jurídica.