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jueves, enero 2, 2025

Los derechos humanos como continuación de la política

 

Rue20 Español/ Rabat

Mohamed Benabdelkader*

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La opinión pública marroquí se ha indignado recientemente por una declaración controvertida del presidente de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos sobre la cuestión del Sáhara marroquí. Afirmar que “la autonomía no era la solución”, en un momento en que la tesis separatista parece desmoronarse día tras día, no podía sino atraer la atención de los medios y del público, quizás porque el autor de esta declaración cruzó los límites de la provocación, o porque pareció exceder las fronteras de la irritación. Lo cierto es que esta muy torpe intervención mediática, que buscaba hacer ruido, resultó ser de una insolencia insoportable; una banalidad desesperante y un vacío intelectual enorme, lleno de consignas ideológicas caducas y confusiones terriblemente ignorantes de las realidades geopolíticas.

Este activista de extrema izquierda, junto con sus compañeros del partido Vía Democrática Laborista y su rama asociativa AMDH, ya habían realizado declaraciones igualmente provocadoras en el pasado, sin generar tal reacción. Hoy en día, es esencial considerar el contexto actual en el que los asuntos geopolíticos evolucionan constantemente. Lo que antes era aceptable o ignorado puede volverse inaceptable ahora. La sensibilidad de la opinión pública nacional respecto a la cuestión del Sáhara se ha intensificado considerablemente en los últimos años. Es evidente que, en este nuevo contexto de movilización excepcional en torno a la causa nacional, las declaraciones groseras y desconectadas de la realidad resuenan de manera completamente diferente, generando asombro e indignación.

Cuando una declaración se percibe como un ataque al sentimiento nacional, es evidente que desencadena una movilización colectiva, reflejando la existencia de una voluntad de afirmar valores y principios frente a discursos percibidos como amenazantes para la unidad nacional.

Hace falta recordar que la antigua presidenta de la AMDH apoyó en abril de 2013 la ampliación del mandato de la MINURSO para incluir la supervisión de los derechos humanos en el Sáhara, insistiendo en declaraciones a la prensa en que el respeto de los derechos humanos en las provincias del sur del Reino de Marruecos fuera gestionado por la ONU?

¿Hace falta recordar la posición demagógica y desconectada de la realidad que adoptó el partido Annahj en noviembre de 2020 frente a la intervención de las Fuerzas Armadas Reales para liberar el paso de Guerguerat, cuando, en un comunicado, llamó a “evitar la escalada y la guerra en el Sáhara Occidental”, ignorando que fue el Polisario quien bloqueó el tráfico entre Marruecos y Mauritania, mientras reiteraba su posición habitual de una solución al conflicto que garantice “el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación”?

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Hace falta recordar que el antiguo secretario nacional del partido Annahj abogó en abril de 2023 por “adoptar la posición de autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental y defenderla con audacia, sin importar su costo opresivo”?

– Una política de provocación para una estrategia de supervivencia

Este tipo de declaraciones, casi ignoradas ayer, podrían hoy provocar oleadas de comentarios críticos e incluso fuertes reacciones que no existían antes. Al igual que los adolescentes que usan la provocación para afirmarse, nuestros izquierdistas defensores de los derechos humanos persisten en su estrategia de supervivencia, haciendo de la provocación su modus operandi y su práctica política preferida.

La opinión pública marroquí tiene todo el derecho (ya que se trata de derechos) de preguntarse si las recientes declaraciones del presidente de la AMDH sobre la cuestión del Sahara marroquí buscan proteger los derechos humanos o si derivan de una interpretación marxista-leninista de este conflicto artificial. ¿Es su declaración una estrategia de comunicación política basada en la provocación (Badvertising) digna de un grupo antisistema, o es solo un eco pálido de la propaganda separatista transnacional actualmente en declive? Quizás todas estas posibilidades sean válidas a la vez, cada una iluminando un aspecto diferente de la declaración en cuestión, sus verdaderos desafíos y sus dinámicas subyacentes.

Para comprender mejor dicha declaración, es necesario inscribirla en una dinámica de sustitución entre el activismo partidista de izquierda radical y el militante por los derechos humanos, que refleja una transformación significativa de las modalidades de compromiso político en Marruecos y en otros lugares. El postulado “sustitucionista” ha sido ampliamente examinado en la sociología y en la historia intelectual de los derechos humanos, especialmente en los procesos de sustitución de las utopías marxistas-leninistas por una nueva utopía moral, encarnada por los derechos humanos, donde el compromiso humanitario vendría a reemplazar un compromiso político decepcionado.

Es en el marco de esta dinámica que los derechos humanos son instrumentalizados para servir a una agenda política oculta o manifiesta, y que los militantes de izquierda fallidos recurren a la estrategia de los derechos humanos, no como valores intrínsecos, sino como herramientas al servicio de un interés político, en un desafío mayor que consiste en hacer la revolución y realizar un cambio radical del sistema político vigente.

– La instrumentalización política de los derechos humanos

Es cierto que los defensores de los derechos humanos juegan un papel crucial en la protección y promoción de las libertades fundamentales y los derechos individuales. Sin embargo, la experiencia internacional muestra que también existen activistas políticos que explotan los derechos humanos para denunciar y desacreditar a sus adversarios políticos, así como en ciertos contextos hay defensores de los derechos humanos que pueden ser instrumentalizados por potencias extranjeras para desestabilizar regímenes en el poder. Esto puede generar desconfianza hacia la acción y el discurso sobre los derechos humanos, y plantea un desafío crucial a la autenticidad y la integridad de estos supuestos activistas de la sociedad civil, cuyo principal objetivo no es otro que hacer avanzar su agenda oculta.

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En Marruecos, el movimiento de derechos humanos se caracteriza por su diversidad y complejidad, reflejando las realidades sociopolíticas del país. Se pueden identificar tres componentes distintas que estructuran este movimiento.

La primera componente agrupa a militantes que, por principio o convicción, han elegido no involucrarse en la acción política tradicional. Su enfoque suele estar motivado por un deseo de justicia social, defensa de los derechos fundamentales y mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, independientemente de las luchas partidarias. Su compromiso se caracteriza a menudo por campañas de sensibilización y acciones de cabildeo, priorizando el diálogo y la educación en lugar de la confrontación política.
La segunda categoría incluye a activistas de izquierda que, decepcionados por la política partidista, eligen concentrarse exclusivamente en el activismo por los derechos humanos, abstraiéndose de los juegos de poder.

La tercera componente agrupa a individuos o grupos de la izquierda radical que, sin renunciar a sus convicciones ideológicas y actividades políticas, han adoptado la estrategia de instrumentalizar la causa de los derechos humanos para otorgarse legitimidad y servir mejor a su agenda oculta.

– Los derechos humanos al servicio de agendas políticas

Es exactamente en esta tercera categoría del militante oportunista donde se deben inscribir las declaraciones de nuestros izquierdistas defensores de los derechos humanos sobre la cuestión del Sáhara marroquí. Si Clausewitz teorizaba la guerra como una continuación de la política por otros medios para alcanzar los objetivos del Estado, los camaradas de la AMDH perciben los derechos humanos como una extensión de la política mediante otras herramientas, para acosar y desestabilizar al Estado. Esta analogía entre la célebre reflexión de Clausewitz sobre la guerra y la instrumentalización política de los derechos humanos subraya cómo las dinámicas políticas pueden manifestarse de diferentes formas. Así como la guerra puede ser vista como una extensión brutal de las rivalidades e intereses políticos, los derechos humanos en este contexto representan un marco normativo que puede ser utilizado con fines políticos. En este sentido, los derechos humanos ya no son ideales abstractos, se convierten en instrumentos políticos que buscan intensificar la lucha de clases y socavar el poder del Estado.

Experiencias a nivel internacional, especialmente en América Latina, nos muestran cómo grupos de izquierda radical comprometidos con el activismo político que buscaba derrocar el régimen en el poder mediante la revolución, se han vuelto, ante el fracaso de esta misión, hacia la defensa de los derechos humanos como una continuidad de esa misma acción política revolucionaria, pero por otros medios que consisten en acosar al Estado, denunciando sus violaciones a los derechos humanos para desacreditarlo y debilitarlo. En este sentido, la acción asociativa se convierte en una herramienta de contestación, permitiendo movilizar la opinión pública nacional e internacional contra el poder político en cuestión.

Así, cuando una parte de la izquierda radical ha elegido disolverse en el mundo asociativo y la sociedad civil, ha integrado una lógica de adaptación estratégica frente al fracaso de las revoluciones políticas tradicionales. La lucha por los derechos humanos se convierte en este contexto en un prolongamiento de la lucha revolucionaria y en una elección estratégica que encarna una voluntad de reinventar la política.

– Del militantismo revolucionaria al activismo humanitario

En Europa, un sector importante del activismo humanitario actual se basa en las ruinas del activismo revolucionario de los años 60 y 70. Partidos como Syriza en Grecia, Die Linke en Alemania y Podemos en España han intentado construir vínculos con los movimientos sociales, buscando movilizar a los ciudadanos en torno a luchas concretas sin pretender dirigirlas.

En América Latina, movimientos de izquierda radical como los de Venezuela y Bolivia también han integrado enfoques asociativos en su estrategia política, enfatizando la defensa de los derechos humanos y la justicia social.
En Argentina, la Comisión de derechos humanos, fundada en abril de 1976 a partir de la confluencia de diferentes grupos, siendo el más importante el de los militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores Argentinos (PROA), estuvo fundamentalmente ligada a organizaciones revolucionarias, especialmente durante la dictadura militar de 1976 a 1983. Aunque fue creada para defender los derechos humanos y denunciar las violaciones, sus miembros siempre buscaron colaborar con organizaciones político-militares, tratando de combinar la lucha por los derechos humanos con una oposición activa al régimen.
En Marruecos, el paso de la militancia revolucionaria (Annahj) al activismo por los derechos humanos (AMDH) no se presenta como una ruptura, inscrita en una lógica de sustitución de una causa por otra, y no supone necesariamente el declive de la “utopía máxima” de esta izquierda radical. Al contrario, el activismo en materia de derechos humanos dentro de la AMDH se encuentra simbiotícamente asociado a la estrategia partidista de Annahj Addimocrati.

Una dinámica de hibridación ideológica

El odio al Majzé constituye el mismo software ideológico que estructura el activismo tanto del partido político como de la asociación de derechos humanos. Así, la acción política y el compromiso por los derechos humanos tienden a confundirse, dando lugar a formas de activismo superpuesto. Los mismos actores, con casi el mismo discurso, se involucran en una práctica asociativa de chantaje o acoso en nombre de los derechos humanos, mientras continúan militando en paralelo en el partido político, con el objetivo de desencadenar la revolución con la que siempre han soñado.

Comprender esta dinámica de hibridación político-ideológica permite no solo evaluar los riesgos asociados a la instrumentalización política de los derechos humanos, sino también desarrollar estrategias dentro de la sociedad civil para garantizar que la defensa de los derechos humanos permanezca anclada en valores y principios verdaderamente comprometidos con la dignidad humana y la justicia social, al tiempo que se preserva una vigilancia contra las agendas políticas camufladas detrás de fachadas asociativas.

*Exministro de justicia y dirigente del partido Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP).

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