Rue20 Español/ Rabat
Con la muerte de Jimmy Carter a los 100 años, el mundo despide a un expresidente estadounidense inclasificable y a un hombre cuya complejidad política marcó tanto su mandato como su extensa carrera post-presidencial. Aunque Carter es recordado principalmente por sus esfuerzos en derechos humanos, su papel en la Guerra Fría y, específicamente, en su relación con Marruecos durante el reinado de Hassan II, también merece un lugar destacado en su legado.
Durante su presidencia (1977-1981), Carter enfrentó momentos cruciales en el asunto del Sahara. Inicialmente, su administración adoptó una postura moderada, limitando las ventas de armas a Marruecos y estableciendo restricciones para evitar su uso en el Sahara. Sin embargo, los eventos geopolíticos de 1979 –la caída del Shah de Irán y la invasión soviética de Afganistán– alteraron las prioridades estadounidenses. Ante el temor de una mayor influencia soviética en el norte de África, Carter reconsideró su postura.
En 1980, autorizó un aumento significativo en la asistencia militar al Reino, incluyendo el envío de equipos estratégicos y asesores militares. Una de las contribuciones más notables de Estados Unidos bajo su mandato fue el apoyo a la construcción de los muros defensivos en el Sahara. Estas fortificaciones, esenciales para contener las ofensivas del Frente Polisario, cambiaron la dinámica del conflicto y permitieron a Marruecos consolidar el control sobre gran parte del territorio sahariano.
La relación entre Carter y Hassan II también estuvo marcada por una visión pragmática. Mientras Carter mantenía su imagen de defensor de los derechos humanos, supo equilibrar esta postura con el respaldo estratégico a un aliado clave en una región críticamente influenciada por las tensiones de la Guerra Fría. Este apoyo cimentó una alianza duradera entre Rabat y Washington, cuyos efectos aún resuenan en las relaciones bilaterales.
Si bien las acciones de Carter como presidente a menudo fueron vistas con ambigüedad, su impacto en el Sahara marroquí fue decisivo. Sentó las bases para un compromiso estadounidense más profundo con Marruecos, consolidado posteriormente bajo la administración de Ronald Reagan. Además, su papel en la estrategia de los muros defensivos demuestra cómo las decisiones pragmáticas pueden redefinir un conflicto.
La muerte de Jimmy Carter invita a reflexionar sobre la complejidad de su legado. Fue un hombre de convicciones éticas que también supo adaptarse a las exigencias estratégicas de su tiempo. Su apoyo a Marruecos durante un momento crucial de su historia es un ejemplo claro de cómo las relaciones internacionales pueden moldearse por la intersección de principios y pragmatismo. En este sentido, Carter deja una huella indeleble en la historia de las relaciones marroquí-estadounidenses y en el curso del expediente del Sahara.