Rue 20 Español/Alhucemas
Fikri SOUSSAN
Mi buen amigo Mohamed, con tu verbo fluido y tu análisis siempre detallado, has ofrecido una panorámica de «el otro hispanismo marroquí«. Sin embargo, al leer tu artículo, no puedo evitar sentir que tus conclusiones son como un rompecabezas incompleto e intrigante con piezas esenciales que faltan para mostrar el cuadro completo.
Mohamed, nos propones un hispanismo de la diáspora, compuesto por figuras tan admirables como, según tú, ignoradas. Hablas de nombres como Assia Mohcine, Mohamed El-Madkouri o Mehdi Mesmoudi, y no discuto los logros de estos académicos. Pero tu planteamiento me deja pensando: ¿es este otro hispanismo un concepto que realmente aporta a nuestra comprensión o simplemente una etiqueta más para encajar piezas que, en realidad, nunca formaron parte del mismo puzle?
Primero, Mohamed, partes de una premisa curiosa: que los hispanistas marroquíes en la diáspora son desconocidos para las nuevas generaciones, e incluso para los de antaño. Pero me pregunto ¿no será que estos académicos, con su formación en universidades extranjeras y sus proyectos más allá de nuestras fronteras, dejaron de participar en el tejido intelectual marroquí? Hablar de desconocimiento parece más un intento de exculparlos de su distanciamiento que una observación objetiva. El hispanismo, como cualquier corriente académica, se alimenta del intercambio, no de la ausencia.
En segundo lugar, mi admirado Mohamed, celebras el éxito de estas figuras en términos profesionales, pero no profundizasen un aspecto fundamental: su impacto real en el hispanismo marroquí. ¿Qué aportan estas trayectorias, más allá de sus logros individuales? Porque mencionar libros publicados, cargos obtenidos y congresos organizados no necesariamente demuestra una contribución sustancial a la evolución del hispanismo en Marruecos. Es como, Mohamed, alabar al vecino por su jardín sin notar que nunca comparte una flor.
También te aventuras, Mohamed, a sugerir que este otro hispanismo podría merecer un seminario en el futuro. Aquí debo detenerme. ¿De verdad necesitamos un seminario para estudiar trayectorias individuales que, aunque valiosas, parecen desconectadas de las dinámicas culturales y académicas de Marruecos? En mi humilde opinión, sería más fructífero reflexionar sobre cómo integrar a estas figuras en un proyecto común que beneficie a nuestro hispanismo, en lugar de elevarlas a un panteón lejano y ajeno.
Por último, Mohamed, no puedo dejar de notar un tono nostálgico en tu artículo, como si el hecho de que muchos de estos hispanistas provengan de contextos humildes y marginados les otorgara automáticamente un aura de heroísmo. No me malinterpretes: el esfuerzo personal es admirable. Pero la verdadera pregunta es qué hacemos con ese esfuerzo en el presente. ¿Dónde están los puentes entre este otro hispanismo y las generaciones que están por venir? ¿O es que nos hemos resignado a que cada hispanista en la diáspora sea una isla, navegando solitaria en el vasto océano del academicismo internacional?
Creo que tienes razón, Mohamed, al destacar y reconocer la importancia de estos académicos, pero te quedas corto al no cuestionar el concepto mismo de otro hispanismo. Más que celebrar trayectorias individuales, necesitamos preguntarnos cómo estas historias pueden servir para enriquecer nuestro hispanismo nacional, en lugar de convertirse en vitrinas llenas de logros que admiramos desde la distancia. Porque, al final, el verdadero hispanismo no está en el brillo de lo individual, sino en la capacidad de construir un legado colectivo.
Y aquí, mi querido Mohamed, es donde el debate apenas comienza.
Enlace del artículo del profesor Mohamed Abrighach: https://es.rue20.com/2024/12/03/el-otro-hispanismo-marroqui/