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lunes, diciembre 16, 2024

Marruecos: Puerta estratégica del comercio global bajo el liderazgo del Rey Mohamed VI

Rue 20 Español/Rabat

Bajo el liderazgo del Rey Mohamed VI, Marruecos ha sabido consolidarse como un puente estratégico entre Europa, América del Norte y África. No es casualidad que China, en su ambición de dominar el comercio global, haya puesto su mirada en el Reino. Como señala Gordon G. Chang en Newsweek, “Marruecos conecta tres continentes… ofreciendo a una China dependiente del comercio una puerta trasera hacia los principales mercados”.

La reciente escala técnica de Xi Jinping en Casablanca, presentada como un gesto rutinario, refleja un interés geopolítico más profundo. Marruecos, con su estabilidad política y acuerdos de libre comercio, es un socio atractivo para Pekín y, al mismo tiempo, un bastión clave para quienes buscan controlar el comercio marítimo en el Mediterráneo. El Estrecho de Gibraltar, donde Marruecos ocupa una posición estratégica, es uno de los puntos de inflexión del comercio global. Como destaca Chang, “el Estrecho, con Marruecos en su extremo sur, tiene solo ocho millas de ancho… controlar Marruecos completaría el audaz plan chino”.

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Las inversiones chinas en el Reino son prueba de esta estrategia. En 2024, cinco empresas chinas comprometieron más de 4.000 millones de dólares en la construcción de fábricas de baterías y componentes para vehículos eléctricos. Entre ellas, Gotion High-Tech lidera un proyecto de 1.300 millones de dólares para una planta que comenzará operaciones en 2026. Estos movimientos buscan tanto aprovechar la posición geográfica de Marruecos como sortear las crecientes barreras comerciales impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea. Según Jonathan Bass, citado por Chang, “Marruecos es para el mundo lo que Hong Kong fue para China: una manera de acceder a un mercado grande y, de otro modo, restringido”.

Marruecos no es únicamente un destino de inversiones, sino también un actor político decisivo en la región. El proyecto del puerto Dajla Atlántico, valorado en 1.200 millones de dólares, promete transformar al Reino en la puerta de entrada de África Occidental. Sin embargo, este megaproyecto también coloca a Marruecos en el centro de las tensiones geopolíticas con Argelia, un vecino conocido por su agenda beligerante. Como advierte Chang, “China ha fortalecido sus lazos con una Argelia beligerante, amenazando con desestabilizar la región e intensificar las disputas en torno al Sahara Occidental”.

Frente a este panorama, el liderazgo del Rey Mohamed VI se erige como un pilar de estabilidad en una región marcada por tensiones y conflictos. Marruecos, lejos de ser un simple espectador, es un jugador clave en el tablero global. Las inversiones chinas son una muestra de confianza en el potencial del Reino, pero también evidencian los riesgos de alinearse con grandes potencias cuyos intereses pueden chocar con la soberanía nacional.

La visión estratégica del Monarca ha hecho de Marruecos un modelo de modernización y apertura económica. Ahora, el desafío radica en equilibrar estas oportunidades con la defensa de su integridad territorial y su autonomía política, en un contexto donde las potencias globales compiten por controlar los puntos críticos del comercio mundial. Marruecos ha logrado conectar continentes y enlazar el presente con un futuro donde se posiciona como una pieza clave en la geopolítica del siglo XXI.

 

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