Rue20 Español/Rabat
El presidente argelino Abdelmadjid Tebboune realizó una visita a Mauritania para asistir a la Conferencia Continental sobre Educación, Juventud y Empleabilidad, organizada por la Unión Africana en Nouakchott.
El jefe de Estado argelino, que quería aprovechar esta oportunidad para dar a este viaje un carácter político, se encontró con la mano dura del presidente mauritano.
Mientras que la visita debía tener una fuerte connotación simbólica al ser el primer viaje de un presidente argelino a Mauritania en 30 años, las autoridades mauritanas no quisieron darle más importancia al viaje.
Esta visita simbólica se produce en un contexto en el que las relaciones entre ambos países están marcadas por cuestiones diplomáticas y estratégicas, y parece que el presidente mauritano no ha olvidado su desventura del pasado 22 de febrero.
Mohammed Ould El Ghazouani, que se había desplazado a Argelia para la inauguración de la carretera que une Tinduf con la ciudad mauritana de Zouerat, fue víctima de un «accidente».
El convoy presidencial habría perdido un guardaespaldas muerto en el acto y otro gravemente herido, según varias fuentes mauritanas.
La visita de Tebboune a Mauritania pasó casi desapercibida. Mauritania no quiso darle más importancia que la visita de otro jefe de Estado.
Sin embargo, se caracterizó por una acogida que suscitó interrogantes, especialmente en la prensa local.
En el momento de su partida, no fue el presidente mauritano quien lo acompañó, sino el Primer Ministro.
Esta elección protocolaria tiene implicaciones que van más allá del simple detalle diplomático, aunque los demás jefes de Estado invitados a este evento recibieron un trato similar, a excepción de algunos, como Paul Kagamé, presidente de Ruanda, que fue recibido por Mohamed Ould Ghazouani en persona.
Esta falta de recepción por parte del presidente mauritano refleja una voluntad deliberada de mantener una neutralidad en las relaciones diplomáticas de Mauritania, especialmente en lo que respecta a la cuestión del Sáhara marroquí.
Fuentes mauritanas habían confirmado que Nouakchott no quería dar un carácter político al viaje de Tebboune para mantener las buenas relaciones fraternales con Marruecos.
Mauritania, fiel a su política de «neutralidad positiva», y conociendo las pretensiones argelinas, ha optado por una acogida que no debía interpretarse como un apoyo explícito a Argelia en este asunto.
En efecto, Mauritania mantiene relaciones diplomáticas equilibradas con ambos bandos, Argelia y Marruecos, a pesar del reconocimiento de la pseudo «rasd», ha tomado distancia de las tesis separatistas.
Nouakchott quiere evitar que este viaje se convierta en un gran problema político que pueda perturbar sus relaciones con Marruecos o ser objeto de interpretaciones.
Su prudencia va de la mano de su distanciamiento con los separatistas del polisario, manifestado en la ceremonia de investidura del presidente Ghazouani.
Este último se negó a hacerse una foto con el jefe del grupo separatista y evitó estrecharle la mano ante las cámaras.
Mauritania parece, pues, dar prioridad a la preservación de sus relaciones con Marruecos, su vecino del norte con el que las relaciones son tranquilas, respetuosas y también comerciales.
Marruecos es considerado por Mauritania como un socio estratégico con el que puede contar, especialmente en los ámbitos económico y de seguridad.
Al optar por no prestar una atención excesiva a la visita de Tebboune, Mauritania muestra su voluntad de no comprometer sus relaciones con el Reino, y demuestra a Argelia que no es un Estado vasallo como pudo serlo la Túnez de Kais Saied.
