11 C
Rabat
jueves, diciembre 12, 2024

Visita de Ramaphosa a Argel: Cuando el pasado se aferra al presente en detrimento del futuro

 

Rue20 Español/Rabat

Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, llegó a Argel, el 5 de diciembre, para una visita de Estado de dos días.

- Anuncio -

Esta farsa geopolítica, que oscila entre ambiciones desmedidas y fracasos repetidos, se asemeja más a un grito desesperado que a una estrategia ganadora. El hombre no se anduvo con rodeos: una declaración solemne ante el Parlamento argelino, donde reiteró el apoyo incondicional de Pretoria al proyecto separatista del polisario.

Al convocar una sesión extraordinaria del Parlamento argelino para recibir a Ramaphosa, Argel se lució. Lo que debería haber parecido una demostración de fuerza, terminó siendo un espectáculo de autoconsuelo entre dos aliados ideológicos obsoletos.

En un discurso digno de una época revolucionaria pasada, afirmó que Sudáfrica y Argelia «siguen apegadas al derecho a la autodeterminación», al tiempo que llamó a la comunidad internacional a «respetar las convenciones que garantizan al pueblo saharaui la conquista de su libertad».

He aquí un discurso que, bajo aires de rebelión y grandeza, no hace más que encerrar a estas dos naciones en un corsé ideológico y político del que parecen tener dificultades para liberarse.

Es un estribillo que ni los oídos más pacientes en la escena internacional soportan más. Es sorprendente constatar cómo Sudáfrica y Argelia, a pesar de las relaciones cada vez más tensas con Marruecos, se obstinan en ignorar las evidencias geopolíticas y jurídicas relacionadas con la soberanía del Reino sobre el Sáhara.

- Anuncio -

Dicho esto, Ramaphosa y el ministro de Asuntos Exteriores argelino, Ahmed Attaf, reiteraron su apoyo al proyecto separatista, sin darse cuenta de que el mundo ha evolucionado.

Mientras que la mayoría de los países del mundo —incluidas potencias como Estados Unidos— reconocen la soberanía de Marruecos sobre sus provincias del sur, Argel y Pretoria insisten en su compromiso de «mantenerse unidos» por la «autodeterminación» del Sáhara. Como si las resoluciones de la ONU y los avances diplomáticos de Marruecos no existieran.

Este apoyo, lejos de fortalecer su posición, parece más bien un reflejo desesperado de un dúo que, atrapado en una danza diplomática obsoleta, busca redefinir un antiguo orden mundial que ya no se corresponde con las realidades del siglo XXI.

Su alianza, lejos de ser un factor de estabilidad, se convierte en un torpe intento de reaccionar a la grandiosa influencia de Marruecos en África y en el mundo.

Ramaphosa, en su búsqueda de un nuevo orden mundial, incluso propuso la idea de un sistema mundial «justo». Un poco como si, desde su tribuna argelina, creyera poder redefinir los principios de la diplomacia internacional a costa de Marruecos. ¿El problema de todo esto? Ignorar el sufrimiento de los recluidos en los campamentos de Tinduf, privados de sus derechos fundamentales y olvidado por quienes dicen defender su causa.

Ramaphosa podría haber aprovechado la ocasión para hablar de la trágica situación de los retenidos en esos campamentos; pero no, optó por apoyar un plan de división, de apoyo a la milicia del polisario, al tiempo que cerraba los ojos a la realidad del sufrimiento humano que se esconde allí.

Ha quedado claro que Sudáfrica, bajo la batuta de Ramaphosa, ha perdido el sentido de las prioridades.

En lugar de promover la estabilidad y la prosperidad en África, el país parece haber optado por una postura que se opone sistemáticamente a los avances marroquíes, especialmente en el África subsahariana.

- Anuncio -

Mientras Marruecos multiplica sus acuerdos comerciales y sus asociaciones estratégicas, Sudáfrica sigue estancada en su apoyo a un proyecto separatista que, en el mejor de los casos, es una fantasía, y en el peor, una peligrosa distracción.

Ramaphosa, fiel a su pasado, parece haber olvidado los principios de Nelson Mandela, que abogó por la reconciliación y la construcción, no por la división.

Al apoyar un movimiento que encarna la ruptura y el conflicto, Sudáfrica se aleja del espíritu de su líder emblemático y se deja llevar por una política exterior regresiva que perjudica la estabilidad regional.

Mientras estos dos países, atrapados en su ideal geopolítico obsoleto, siguen alimentando su postura antimarroquí, el Reino no deja de progresar. Con apoyos cada vez más numerosos, Marruecos cosecha victorias diplomáticas que alejan definitivamente la idea de una solución por la autodeterminación, al tiempo que consolida su estatus de líder regional.

La visita de Ramaphosa a Argel, lejos de ser un momento de gloria, marca más bien un último aliento de una batalla perdida de antemano. Mientras tanto, Marruecos sigue imponiendo su soberanía sobre el Sáhara, respaldado por la mayoría de la comunidad internacional.

Mira nuestro otro contenido

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Anuncio

VIDEOS

Entradas populares

CONTINÚA LEYENDO