Rue20 Español/ Fez
Desde Moscú ha llegado la noticia certera: el presidente sirio, Bashar Al Asad, abandonó su capital, Damasco, tras mantener conversaciones y negociaciones con varias facciones de la oposición involucradas.
“Tras negociaciones sostenidas entre Bashar Al Asad y diversos actores del conflicto en Siria, este tomó la decisión de renunciar a su mandato y abandonar el país, indicando la necesidad de llevar a cabo una transición pacífica del poder”, informó hoy el Ministerio de Exteriores de Rusia en un comunicado.
El ministerio, liderado por Serguéi Lavrov, afirmó que el Kremlin no participó en estas negociaciones, pero aseguró estar “en contacto con todos los grupos de la oposición siria”.
“Hacemos un llamado a todas las partes implicadas para evitar el uso de la violencia y resolver todos los problemas relacionados con el control del país mediante vías políticas”, añadió.
La Rusia de Putin exige respeto “a las opiniones de todas las fuerzas étnicas y confesionales de la sociedad siria” y respalda “un diálogo político inclusivo, basado en la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada por unanimidad”.
En su comunicado, la diplomacia rusa subrayó que “se están tomando todas las medidas para garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos en Siria”. Este mensaje fue emitido poco después de que el Ministerio de Exteriores publicara en Telegram y otras redes sociales los teléfonos y correos electrónicos del Departamento de Crisis.
Además, confirmó que las bases militares rusas en el país levantino “se encuentran en estado de alta preparación para el combate”. Se trata de la base aérea de Hmeimim y la base naval de Tartus, donde Rusia ha exhibido su poderío en el mar Mediterráneo desde el estallido de la guerra civil entre las fuerzas gubernamentales sirias y la oposición en sus diversas facciones.
“Por el momento, no existe una amenaza grave a la seguridad de estas bases”, añadió.
La caída del régimen de Al Asad se produce tras una larga guerra de desgaste, tanto entre Rusia y Ucrania como entre Hezbolá e Israel, las principales fuerzas que apoyaron a Al Asad para mantenerse en Damasco a pesar de la Primavera Árabe, la guerra civil y la invasión del Estado Islámico en la región.
