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miércoles, noviembre 27, 2024

Marruecos: ¿Nombre robado o paranoia argelina?

 

Rue20 Español/Rabat

En otra de esas «reflexiones profundas» que cruzan la frontera, el líder de un partido argelino -insignificante, por cierto- ha declarado, con una seriedad que desafía la gravedad, que el nombre «Marruecos» es, en realidad, un robo. Según él, el verdadero nombre del país debería ser «Marrakech» y no «Marruecos», porque, aparentemente, los marroquíes somos unos expertos en manipular la historia y hemos usado el nombre árabe (Al-Magreb) para confundir a medio planeta. Así que, querido lector, si estabas tranquilo pensando que tu pasaporte dice «Reino de Marruecos», prepárate para una crisis existencial: ¡resulta que el nombre no nos pertenece!

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Primero, pongamos los puntos sobre las íes. Marruecos, o Al-Magreb en árabe, simplemente significa «el occidente». No lo inventamos nosotros, no es una marca registrada, ni siquiera lo decidimos en un gabinete secreto con mapas antiguos y plumas de oro. Es un nombre geográfico que refleja nuestra posición en el mundo árabe. Así de simple. Pero parece que, para ciertos políticos argelinos, hasta la geografía puede ser objeto de conspiraciones.

¿Y la perla sobre Marrakech? Sí, es cierto que muchas lenguas europeas derivaron sus nombres de Marruecos a partir de Marrakech, nuestra histórica ciudad imperial. ¿Eso convierte a todo Marruecos en «Marrakech»? Según esta lógica, toda Argelia debería llamarse «Argel», y Francia debería renombrarse «París». Pero claro, exigir coherencia a quienes ven robos en cada esquina es pedir demasiado.

El líder político incluso se atreve a cuestionar por qué Marruecos «nos robó el nombre». ¿Nos robamos a nosotros mismos? Es como decir que una familia no puede llamarse por su apellido porque otra familia siente que también le pertenece. Si eso es un argumento válido, entonces que nos expliquen por qué Argelia no se llama «Numidia», o por qué no le devuelven su nombre precolonial. Ah, pero esos debates no venden titulares, ¿verdad?

Lo irónico es que, mientras este caballero se indigna por los nombres, Marruecos está ocupado atrayendo inversiones internacionales, fabricando coches eléctricos y enviando satélites al espacio. Tal vez la verdadera pregunta que debería hacerse no es «¿por qué Marruecos usa ese nombre?», sino «¿por qué estamos tan obsesionados con Marruecos?». Tal vez, en el fondo, hasta ellos quieren un poquito de esa magia marroquí. Pero no se preocupen, aquí siempre somos generosos, incluso con nuestros vecinos más imaginativos.

 

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