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sábado, noviembre 23, 2024

Marruecos amplía su proyección diplomática en Latinoamérica frente al declive del Polisario y Argelia

 

Rue20 Español/El Aaiún

La decisión de Panamá de retirar su reconocimiento de la autoproclamada “rasd” constituye un avance significativo para la diplomacia marroquí, que multiplica los éxitos en América Central y Latina.

Este cambio de rumbo marca una toma de conciencia de las realidades del conflicto en torno al Sáhara marroquí e ilustra el fracaso progresivo de la diplomacia argelina, hoy aún incapaz de transmitir sus tesis falaces.

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Como una desgracia nunca viene sola, el mismo día, el viernes 22 de noviembre por la noche, la República de Ecuador suspendió su reconocimiento de la autoproclamada RASD que había reconocido en 1983, con la apertura de una «embajada» en 2009.

Según los datos disponibles en el sitio web del Ministerio de Relaciones Exteriores ecuatoriano, el nombre de la supuesta república ha sido retirado de la lista oficial de países con representación diplomática acreditada en Quito.

Asimismo, el país latinoamericano ordenó a los separatistas cerrar la oficina de representación de la entidad separatista y abandonar el país.

Fotos y vídeos muestran que la supuesta representación está cerrada y que la falsa bandera ha sido retirada de la fachada del edificio.

Volviendo a la República de Panamá, ha decidido suspender sus relaciones diplomáticas con la autoproclamada rasd, ajustándose así al derecho internacional.

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Un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores panameño subraya a este respecto que «de conformidad con las normas del derecho internacional, el gobierno de Panamá ha decidido suspender, a partir del jueves (21 de noviembre), las relaciones diplomáticas» con la autoproclamada rasd.

Panamá, que inicialmente había reconocido esta entidad en 1978 bajo la influencia de las ideologías socialistas de la época y en el contexto de la Guerra Fría, ha alineado ahora su posición con la de muchos otros países de la región; privilegiando la cooperación pragmática y las relaciones bilaterales reforzadas con Marruecos

Este cambio de rumbo panameño es el resultado de una estrategia marroquí eficaz, que se basa en una diplomacia proactiva y multidimensional.

Marruecos ha sabido multiplicar las iniciativas para promover su visión del Sáhara marroquí, basada en el plan de autonomía bajo soberanía marroquí, ampliamente reconocido como una solución creíble y realista.

Este enfoque ha encontrado un eco favorable en una región donde Marruecos ha tejido sólidos lazos económicos, culturales y políticos.

Las visitas de alto nivel, la intensificación de los intercambios comerciales y el papel de las diásporas marroquíes en América Latina han contribuido a esta dinámica positiva.

Las acciones del Polisario, apoyado por Argelia, han perdido pertinencia, sobre todo por la falacia de sus tesis que ya no resisten la prueba de los hechos.

La evolución del posicionamiento de numerosos países de América Latina, entre ellos Guatemala, Paraguay, Chile y recientemente Ecuador, da testimonio de un vuelco geopolítico en favor de Marruecos.

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Estas naciones, antes influenciadas por los discursos ideológicos del Polisario, adoptan ahora una postura de neutralidad constructiva o apoyan explícitamente la integridad territorial del Reino.

Esta transformación regional refleja también el fracaso de la diplomacia argelina, que se esfuerza por movilizar apoyos a escala internacional.

Argelia, enfrentada a una pérdida de influencia regional, ya no logra convencer. Su estrategia, basada en gran medida en la financiación masiva de campañas pro-polisario y en una retórica obsoleta, no ha sabido adaptarse a un contexto internacional en mutación, donde los socios buscan ante todo alianzas pragmáticas y beneficiosas.

El reconocimiento decreciente de la autoproclamada «rasd» a escala mundial confirma este debilitamiento.

Marruecos, por su parte, se impone como un actor ineludible en el Sur global, poniendo en valor una política de cooperación Sur-Sur saludada por numerosas naciones.

Su capacidad de movilización en torno a proyectos comunes, sobre todo en los ámbitos de la agricultura, las infraestructuras y las energías renovables, refuerza su imagen de socio fiable e innovador.

La decisión de Panamá se inscribe, por tanto, en una dinámica en la que Marruecos capitaliza su estabilidad política, su modelo de desarrollo económico y su papel de intermediario cultural y espiritual.

En un mundo cada vez más polarizado, el Reino logra posicionar su visión de la autonomía bajo soberanía marroquí como la solución más realista y duradera.

En contraste, la diplomacia argelina, durante mucho tiempo centrada en un enfoque ideológico y poco flexible, está perdiendo terreno.

La retirada panameña constituye así una victoria clamorosa para Marruecos y una nueva derrota para el Polisario y su principal apoyo, Argelia.

Esto confirma que los esfuerzos diplomáticos del Reino, basados en el pragmatismo y el respeto de los intereses comunes, siguen dando sus frutos en regiones clave como América Latina.

Mientras que Argelia se encierra en una lógica de confrontación y apoyo a una causa que pierde legitimidad, Marruecos prosigue su avance, reforzando su posición en la escena internacional y consolidando su soberanía sobre el Sáhara marroquí.

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