Rue20 Español/Rabat
Condenado a una pena de siete años de prisión por la justicia española, Mohamed El Gharbi logró escapar de la vigilancia de las autoridades antes de ser detenido el miércoles 13 de noviembre en Marruecos.
Este arresto, reportado por fuentes marroquíes y españolas, tuvo lugar en Tetuán, después de que el interesado, residente habitual en Málaga, se deshiciera de su pulsera electrónica.
Ya encarcelado por hechos relacionados con el terrorismo, El Gharbi había sido condenado por la Audiencia Nacional, la principal jurisdicción penal española, a una pena de siete años y medio de prisión, así como a una multa de 1.800 euros (unos 19.800 dirhams marroquíes), por actos de «reclutamiento y adoctrinamiento con fines terroristas».
Esta condena se basaba en documentos judiciales que revelan que había enviado cartas a otros presos, animándoles a permanecer fieles a la ideología yihadista y a plantearse la posibilidad de continuar con actividades terroristas una vez liberados.
En el momento de estos hechos, Mohamed El Gharbi, de 36 años, cumplía una condena de ocho años de prisión, dictada en 2018 por pertenencia a una organización terrorista.
Según la sentencia, habría, junto con un cómplice también condenado, trabajado para «reunir y movilizar a los presos encarcelados por delitos yihadistas, con el fin de mantenerlos vinculados a los principios del grupo Estado Islámico».
Estas cartas, que contenían banderas, símbolos relacionados con el Estado Islámico y textos religiosos, tenían como objetivo animar a los presos a «permanecer firmes y unidos en prisión».
Además, habría realizado pintadas en espacios visibles para otros presos, señalando la presencia de presos radicales leales al EI y buscando constituir un verdadero «frente carcelario», presentado como un «colectivo organizado de presos musulmanes radicalizados».
Las actividades de El Gharbi no se limitaban a los presos ya condenados por terrorismo: también habría intentado «radicalizar, adoctrinar y reclutar nuevos adeptos» entre otros presos, a través de lemas y símbolos asociados al EI.
Según el tribunal, el encarcelamiento de Mohamed El Gharbi le sirvió de marco para llevar a cabo «actividades de proselitismo activo, reclutamiento y adoctrinamiento dentro de la población carcelaria», transformando así los lugares de detención en espacios de difusión de su ideología.
Este caso ilustra los persistentes desafíos que plantean las redes yihadistas, incluso dentro de las estructuras penitenciarias, donde los esfuerzos coordinados de radicalización siguen representando una grave amenaza para la seguridad nacional e internacional.