Rue20 Español/ Al Aaiún
El régimen militar argelino ha alcanzado un nuevo nivel de bajeza y desprecio hacia el pueblo marroquí, y lo ha hecho a través de su aparato propagandístico, la televisión oficial. En un informe reciente, los participantes de la histórica Marcha Verde, quienes acudieron para liberar el Sahara marroquí de la ocupación española, fueron etiquetados de «hambrientos», «descalzos», «mercenarios» y «agentes». Estas palabras no solo revelan un odio visceral, sino también una obsesión enfermiza de Argelia por el éxito de Marruecos en el Sahara, éxito cimentado en la unión y firmeza de su pueblo.
Este discurso es una afrenta que cruza todas las líneas rojas. Desde su independencia, Argelia ha mostrado un profundo desprecio hacia Marruecos, manipulando la historia y tergiversando la realidad. Pero esta vez, al insultar a un pueblo entero, han superado incluso los límites de la decencia diplomática mínima. El régimen argelino, a través de su canal oficial, deja al descubierto su verdadero rostro: un sistema militar atrapado en la propaganda y en una retórica de odio que solo busca distraer a su propio pueblo de las miserias y limitaciones internas, de la falta de democracia y de la represión constante.
El periodista argelino Walid Kabir, una de las pocas voces disidentes en el país, ha condenado enérgicamente estos ataques y propone dirigirse a organismos internacionales como la Unión de Radiodifusiones Árabes y la Organización de Cooperación Islámica, buscando sanciones y la denuncia pública de la televisión argelina. Kabir ha recordado también la importancia de que las élites argelinas rechacen esta clase de lenguaje, que solo debilita la imagen de Argelia en la arena internacional.
Estos insultos no solo son una provocación, sino también una peligrosa incitación a la discordia entre dos pueblos hermanos. El régimen militar argelino, con su obsesión por el Sahara marroquí y su respaldo al Polisario, lleva años alimentando una narrativa hostil que ahora busca trasladar a los pueblos de ambas naciones. Esta política de odio revela la naturaleza fracasada del régimen argelino, incapaz de ofrecer estabilidad y prosperidad a sus propios ciudadanos, y volcado en una estrategia beligerante contra Marruecos.
Este episodio no es aislado. Forma parte de un esfuerzo persistente del régimen militar de Argelia por desviar la atención de sus propios problemas estructurales: crisis económica, corrupción, ausencia de libertades y un sistema político estancado. No obstante, Marruecos y su pueblo han demostrado a lo largo de la historia que su unidad y resistencia no pueden ser quebrantadas por campañas de odio. Marruecos seguirá avanzando en su camino de desarrollo y estabilidad, defendiendo con firmeza su integridad territorial frente a las injerencias de un régimen que no entiende de respeto ni de cooperación pacífica.
Este lenguaje corrosivo y desprecio deliberado representan la Argelia en manos de una camarilla de militares que hace tiempo perdieron la noción de la realidad y se han quedado atrapados en su visión caduca y miope. Un grupo de viejos generales que, lejos de proyectar liderazgo o progreso, arrastran al país por una senda de odio y resentimiento que ha destruido su ética, humanidad y sentido de responsabilidad.
Pero Marruecos no responderá con la misma moneda. La dignidad y la historia del pueblo marroquí seguirán siendo la mejor defensa ante un régimen que, al final, se está quedando solo en su odio.