Rue20 Español/Dajla
El Abbas Tahri Joutey Hassani
La operación de Guerguerat marcó un antes y un después en la historia del conflicto artificial del Sáhara marroquí. Lo que comenzó como un bloqueo del “Polisario” en el único paso fronterizo terrestre entre Marruecos y África Occidental, se convirtió en el catalizador de una serie de acontecimientos diplomáticos que transformó el panorama internacional respecto a la soberanía marroquí sobre la región.
La mañana del 13 de noviembre de 2020 no fue un día cualquiera. Esta fecha marcaría una operación de campo para las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos, que no solo permitiría al país recuperar el control del único paso fronterizo terrestre que conecta su territorio con la región de África Occidental, sino que también cambiaría radicalmente las reglas del juego en el Sáhara marroquí.
Fue como una caída de fichas de dominó. Cuando los simpatizantes del Frente Polisario separatista cortaron la carretera que conecta Marruecos con Mauritania en la zona de Guerguerat, iniciaron, en contra de sus aspiraciones, el fin de las dudas de muchos países del mundo sobre el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre la región.
El objetivo declarado del Frente Polisario era ganar terreno dentro de la zona desmilitarizada, lo que le permitiría cortar la arteria terrestre entre Marruecos y el resto de África, y también tener acceso al Océano Atlántico imponiendo un «hecho consumado».
En la práctica, el «hecho consumado» se impuso. Tras la intervención militar del ejército marroquí, en este mismo día hace 4 años, Rabat pudo ampliar su presencia militar en la zona desmilitarizada, ampliando el muro de seguridad en el extremo sur, lo que impediría a los infiltrados del Frente separatista llegar a la costa atlántica.
La acción de Marruecos sobre el terreno, que duró solo unas horas antes de recuperar el control total de la zona, se produjo tras unas 6 semanas de paciencia, cuyo precio económico lo pagó Mauritania al impedir que los proveedores marroquíes de alimentos y productos básicos llegaran a sus mercados, una situación que llevó al Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, a advertir públicamente sobre las consecuencias de obstruir la circulación civil y comercial.
Lo que ocurrió en Guerguerat fue un punto de inflexión en el expediente del Sáhara marroquí. El Frente Polisario, con el apoyo declarado de Argelia, consideró que el acuerdo de alto el fuego firmado con las Naciones Unidas en 1991 había «caducado», por lo que anunció el regreso al estado de «guerra».
Por su parte, el Reino dio señales rápidas y sucesivas de que quería resolver este conflicto de forma definitiva, sin ninguna discusión sobre su soberanía sobre todo el territorio de la región.
La oportunidad fue propicia para que Marruecos ganara el punto más importante y pesado en la historia del conflicto, cuando la administración del presidente Donald Trump buscó llegar a «acuerdos» diplomáticos con varios países árabes para normalizar sus relaciones con Israel, antes de dejar la Casa Blanca tras perder la reñida carrera electoral ante el presidente electo, Joe Biden.
El cambio radical en la postura estadounidense, que continuó bajo el presidente Biden, fue el motor de la diplomacia marroquí, que decidió entrar en «batallas de fuerza» con las grandes potencias para obtener un apoyo claro y explícito a la marroquinidad del Sáhara; o al menos, una declaración de apoyo al plan de autonomía como única base realista para poner fin al conflicto regional.
Rabat dirigió su mirada a la Unión Europea, empezando por Alemania, con la que entró en conflicto a finales del mandato de la canciller Angela Merkel, llegando a la ruptura diplomática, que terminó en cuanto su sucesor, Olaf Scholz, llegó al frente del Gobierno, al expresar su apoyo a la propuesta de autonomía marroquí a principios de 2022.
Marruecos adoptó el mismo enfoque, de forma más contundente, con España, tras permitir la entrada en su territorio de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, para recibir tratamiento médico, con nombre falso y documentos de identidad argelinos falsificados, para evitarle el procesamiento judicial.
El asunto terminó con el anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una carta a SM el Rey Mohamed VI el 18 de marzo de 2022, de que Madrid considera la propuesta marroquí como la más realista, seria y creíble para cerrar el expediente del Sáhara.
En otra batalla que requirió paciencia, iniciada en 2021, Marruecos buscó obtener el reconocimiento francés de su soberanía sobre el Sáhara, en medio de los esfuerzos de Argelia por obtener una postura parisina contraria.
El asunto terminó a finales de julio de 2024, cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, envió una carta a SM el Rey Mohamed VI, con motivo del 25 aniversario de su entronización, en la que anunciaba que Francia considera que el presente y el futuro del Sáhara están bajo la soberanía marroquí.
En general, Marruecos ha logrado, en los años transcurridos desde la operación Guerguerat y la posterior acción militar y diplomática, obtener posiciones de apoyo a su soberanía sobre el Sáhara por parte de 20 países miembros de la Unión Europea de un total de 27, mientras que el Frente Polisario sigue sin poder ganar terreno adicional, ni en el terreno ni ante la comunidad internacional.