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viernes, noviembre 22, 2024

El Sáhara marroquí vive un auge de progreso sin precedentes a casi 5 décadas de la Marcha Verde

 

Rue20 Español/Dajla

El Abbas Tahri Joutey Hassani

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Desde el 6 de noviembre de 1975, fecha que marcó la gloriosa Marcha Verde, el Sáhara marroquí ha recorrido un largo camino hacia la prosperidad y el desarrollo.

Ese día, unos 350.000 marroquíes, de los cuales el 10% eran mujeres, respondieron al llamamiento histórico del Rey Hassan II reuniéndose pacíficamente, envueltos en el color verde, símbolo de esperanza y renovación.

Cruzando las fronteras del Sáhara, reivindicaron la legitimidad histórica del Reino de Marruecos sobre este territorio. Desde entonces, la voluntad de transformar estas regiones en polos de desarrollo y modernidad ha guiado la política marroquí, impulsando iniciativas ambiciosas y programas estructurales para convertir esta región en un motor económico integrado e innovador, al servicio de Marruecos, pero también del Magreb y el continente africano.

El desarrollo del Sáhara marroquí comenzó con la mejora de las infraestructuras y los equipamientos básicos. Desde los primeros años, Marruecos ha invertido en carreteras, aeropuertos y puertos para abrir estos vastos territorios y promover el comercio.

Las ciudades de El Aaiún, Dajla y Es-Semara han evolucionado gradualmente, pasando de modestos centros urbanos a ciudades conectadas y equipadas con infraestructuras modernas.

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Esta transformación ha sentado las bases para un desarrollo sostenible atrayendo inversiones, esenciales para diversificar la economía y ofrecer oportunidades de empleo a la población local.

En 2015, se dio un paso crucial con el lanzamiento del Plan de desarrollo de las provincias del Sur, dotado de un presupuesto de más de 77.000 millones de dirhams.

Este programa ha marcado un avance notable en la estrategia de integración económica del Sáhara marroquí.

Los objetivos del plan son convertir las provincias del Sur en polos económicos autosuficientes, fomentando la inversión privada y apoyando proyectos en sectores de alto potencial como las energías renovables.

La región está en plena transformación energética, gracias al vasto complejo eólico de Tarfaya, uno de los mayores de África, y a los proyectos solares en curso, que contribuyen a convertir la región del Sáhara marroquí en un pilar de la estrategia nacional de transición energética.

El desarrollo de estas infraestructuras tiene como objetivo satisfacer las necesidades energéticas locales y transformar el Sáhara marroquí en un centro energético que responda a la demanda nacional e internacional.

Otro aspecto del desarrollo es la agricultura, un sector sorprendente en esta árida región. Marruecos ha sabido adaptar las técnicas de agricultura de invernadero para aprovechar el potencial de la región, especialmente en la horticultura y el cultivo de hortalizas.

Estas técnicas permiten superar las limitaciones climáticas y ofrecer nuevas perspectivas económicas.

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Las explotaciones agrícolas, ahora apoyadas por el Plan Marruecos Verde y Generación Green, crean empleo y suministran productos al mercado local y nacional.

Paralelamente, el desarrollo turístico en la región, especialmente en Dajla, ha experimentado un auge espectacular.

Esta ciudad, situada entre el océano y el desierto, se ha convertido en un destino popular para los amantes de los deportes acuáticos y los amantes de la naturaleza.

El turismo en el Sáhara marroquí se promociona a nivel internacional, atrayendo cada año a más visitantes y posicionando a Dajla como una referencia africana en materia de turismo sostenible.

El Gobierno también está invirtiendo en conexiones internacionales mediante la construcción de modernas infraestructuras portuarias y aeroportuarias.

Marruecos también ha multiplicado las asociaciones internacionales para reforzar las infraestructuras y garantizar la conectividad del Sáhara con los mercados nacionales e internacionales. Los puertos modernizados (Dajla, El Aaiún), las conexiones aéreas y de carreteras optimizadas no sólo facilitan el comercio, sino que también refuerzan el posicionamiento estratégico del Sahara como plataforma de intercambio.

La integración de la dimensión social y los derechos humanos ha sido también una de las prioridades del Estado marroquí.

El Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH) desempeña un papel crucial en la promoción y protección de los derechos humanos en las provincias del Sur, con antenas regionales en El Aaiún y Dajla.

La sociedad civil es cada vez más activa, y las inversiones en educación y formación profesional permiten asegurar un futuro a los jóvenes del Sáhara marroquí.

El sector educativo del Sahara marroquí se ha beneficiado de importantes inversiones, contribuyendo al desarrollo sostenible y a una mejor integración de los jóvenes en el tejido socioeconómico.

La creación de instituciones de educación superior y centros de formación profesional, en consonancia con las necesidades de la economía local, ha permitido responder a las aspiraciones de una población joven y dinámica.

Estos esfuerzos han mejorado significativamente las tasas de escolarización, especialmente en las zonas remotas, incluyendo la reducción del abandono escolar, que es un reto importante en esta región.

La ambiciosa política educativa también tiene como objetivo promover la igualdad de oportunidades, con programas específicos para las mujeres jóvenes y las poblaciones rurales, abriendo así el camino a una verdadera inclusión social.

Paralelamente, las asociaciones con instituciones internacionales y nacionales permiten adaptar la formación a las exigencias del mercado laboral, especialmente en sectores de crecimiento como el turismo, las energías renovables y la agricultura.

También han surgido iniciativas para estimular el emprendimiento entre los jóvenes, con el apoyo de incubadoras y financiación específica.

Este modelo de desarrollo se basa en una visión de futuro que tiene en cuenta las peculiaridades geográficas y las aspiraciones socioeconómicas locales, al tiempo que hace que el Sáhara marroquí sea atractivo para los inversores.

Por último, el desarrollo del Sáhara marroquí tiene una dimensión geopolítica crucial.

Al trabajar por la prosperidad de las provincias del Sur, Marruecos envía un mensaje de paz y estabilidad a los países vecinos, al tiempo que demuestra que su visión de autonomía para el Sáhara es pragmática y está orientada al bienestar de la población local.

Esta estrategia ha permitido al Reino obtener el apoyo de numerosos países y organizaciones internacionales, que reconocen la soberanía marroquí sobre el Sáhara y respaldan su plan de autonomía.

Lejos de las rivalidades y tensiones regionales, Marruecos se esfuerza por hacer del Sáhara un modelo de desarrollo pacífico y próspero, cuyos beneficios podrían inspirar una dinámica de cooperación regional.

Este desarrollo, que no ha dejado de crecer desde la Marcha Verde, refuerza la unidad nacional e ilustra la capacidad del Reino para hacer frente a los retos respetando al mismo tiempo la especificidad de sus regiones.

En vísperas del 49.º aniversario de la Marcha Verde, el Sáhara marroquí aparece transformado, vivo y en pleno auge.

Las inversiones en infraestructuras, educación, energías renovables y turismo ponen de manifiesto la voluntad de Rabat de convertir esta región en un motor de crecimiento.

El desarrollo del Sáhara marroquí ya no es un simple proyecto, sino una realidad palpable, reforzada por una visión de futuro que tiene en cuenta las expectativas de la población local y fomenta la integración.

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