Rue 20 Español – Rabat
Hay algo casi teatral, en el sentido más irónico de la palabra, en la “gran celebración” organizada por el régimen argelino: un evento en el que, por lo visto, los asientos de honor están reservados para los que simplemente no tienen a dónde más ir. La cita del “aniversario nacional” terminó siendo un desfile de quienes, o bien no tenían compromisos más importantes, o les resultaba conveniente seguir jugando a la foto con Argelia de cara a la galería, manteniendo las apariencias… La respuesta a la pregunta obligada de dónde estaban los grandes líderes internacionales es tan sencilla como esta: en sus oficinas, atendiendo asuntos verdaderamente relevantes
Sin embargo, ahí estaban los héroes de esta tragicómica soledad argelina: la vieja guardia del Frente Polisario, como si el mero hecho de su presencia le diera a la celebración alguna mística internacional. Tampoco faltaron figuras igual de “relevantes”, como el líder en Libia que ni siquiera encuentra un cargo para legitimar su presencia, o el presidente tunecino, cuyo propio país parece tenerlo sin brújula. Al final, todos reunidos en una celebración que, por más decorados y discursos grandilocuentes, sigue siendo un acto insignificante en el panorama mundial
¿Y por qué los verdaderos líderes faltaron a la cita? Porque en el escenario internacional, Argelia sigue optando por estrategias desfasadas, como si el tiempo se hubiera detenido en la época de la Guerra Fría. Mientras los pilares de la diplomacia moderna giran en torno a la cooperación, el pragmatismo y el desarrollo, Argelia se aferra a fórmulas agotadas, abrazando a los pocos aliados que aún le quedan.
En fin, quizá es mejor que haya sido así, porque en los titulares del mundo, la ausencia fue la verdadera protagonista.