Rue20 Español/ Fez
Meryem Ghoua
En menos de diez años, el poder blando marroquí ha adquirido una dimensión considerable, hasta el punto de que ahora se percibe a la FRMF como un socio fiable de la FIFA y la CAF.
Para medir la creciente influencia del Reino en el panorama futbolístico mundial es necesaria una mirada retrospectiva. Recordemos la petición presentada por Marruecos para el aplazamiento de la CAN 2015, que debía celebrarse en su territorio, debido a la epidemia de ébola. Issa Hayatou consideró entonces que el argumento esgrimido por Marruecos era infundado.
Inflexible, Hayatou fue incluso más allá al suspender a Marruecos de la CAN en 2017 y 2019, una sanción que ponía en peligro el futuro a corto plazo de los Leones del Atlas, en un momento en el que Fouzi Lekjaa apenas había asumido el cargo al frente del FRMF.
Una década después, Marruecos se ha posicionado metódicamente en el centro del tablero continental. En primer lugar, ganó su enfrentamiento con la CAF gracias a un sólido caso presentado ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS).
Luego, Fouzi Lekjaa llevó a cabo una intensa campaña para incorporarse al Comité Ejecutivo (Comex), antes de contribuir a la elección del malgache Ahmad Ahmad al frente de la CAF. Luego lo volvió a hacer durante la elección de Patrice Motsepe como presidente de la CAF en 2021, confirmando así la creciente influencia de Marruecos.
A este primer hito le siguió una presencia masiva de expertos marroquíes en las distintas comisiones. A nivel bilateral, el Reino ha firmado múltiples acuerdos de cooperación con diferentes federaciones. El objetivo es proporcionar ayuda logística y técnica a las naciones más desfavorecidas con una visión clara: Marruecos está al servicio del fútbol africano.
Un enfoque corroborado por la organización de diversas competiciones, seminarios y formaciones en Marruecos. Los últimos ejemplos son la celebración de la Liga de Campeones femenina, de los Premios CAF y de las dos próximas CAN femeninas en Marruecos.
Esta influencia africana está en consonancia con la visión de Su Majestad el Rey Mohammed VI y con la política de cooperación Sur Sur iniciada por el Soberano. Esta ambición continental también tiene una extensión global con la elección de Fouzi Lekjaa al Consejo de la FIFA en marzo de 2021.
El poder blando marroquí no se limita a los misterios de estas dos organizaciones, sino que también cristaliza en los extraordinarios resultados de las selecciones nacionales. Desde el Mundial de 2022 hasta los Juegos Olímpicos de 2024 y pasando por el Mundial femenino de 2023, Marruecos ha adquirido una dimensión única. A la simpatía del público en general se sumó el respeto de los responsables de la toma de decisiones.
El liderazgo del Reino es, por tanto, un hecho que nadie puede discutir, como lo demuestra el éxito obtenido por las dos propuestas presentadas durante el último Congreso de la CAF por Marruecos y sus socios de la UNAF. Se refieren al límite de edad para aspirar a la presidencia del organismo rector del fútbol continental. Al no estar ya en vigor el límite de 70 años, esta enmienda permite al egipcio Hany Abou Rida desafiar a Patrice Motsepe. La segunda modificación se refiere a la eliminación de zonas lingüísticas para la elección del consejo de la FIFA. Una apertura favorable para el mauritano Ahmed Ould Yahia.
Este último es también uno de los aliados objetivos de Marruecos a la hora de reformar una CAF que se hunde cada vez más en el inmovilismo y la falta de ideas positivas. Un equilibrio en el que apuestan la FRMF y su presidente a la hora de afrontar el reto de modernizar una CAF que necesita transparencia y eficiencia en su gestión. Virtudes cultivadas por Fouzi Lekjaa, decidido a seguir poniendo el saber hacer marroquí al servicio del fútbol africano.
