Rue20 Español/Alhucemas
Vamos a situar el contexto, y decirlo con la cabeza bien alta como marroquíes: la visita de Emmanuel Macron a Marruecos del próximo 28 de octubre no es simplemente una cuestión de cortesía diplomática. Es, más bien, un punto de inflexión estratégico para el Reino, un movimiento de gran calado que reconfigura el tablero geopolítico del Magreb y marca la consolidación del plan marroquí sobre el Sahara.
Francia, nuestro socio tradicional, ha dado un paso importante al alinearse con Marruecos en uno de los temas más sensibles para nuestra nación: la defensa inquebrantable de su integridad territorial, la prioridad absoluta de Marruecos. Y no lo ha hecho de forma discreta. Ha dejado claro su respaldo al plan de autonomía propuesto por Rabat, un plan que ha ganado fuerza en la comunidad internacional, no solo con el apoyo de Francia, sino también de potencias como Estados Unidos y España, que en 2022 dio un giro significativo en su postura, marcando una nueva etapa en las relaciones bilaterales con Marruecos. Todos estos apoyos refuerzan la legitimidad de Marruecos en su reivindicación histórica sobre el Sahara, consolidando su soberanía y dando un golpe maestro diplomático que sitúa a nuestro país en una posición de liderazgo en la región. Además, es previsible que, con el paso del tiempo, estos respaldos internacionales continúen creciendo, consolidando aún más la solución de autonomía marroquí como la vía más viable y aceptada a nivel global
Este no es un mero formalismo. Hablamos de la seguridad y estabilidad del Magreb, y de cómo el apoyo de Francia a Marruecos puede cambiar radicalmente el panorama, intensificando las tensiones con Argelia, un país que sigue aferrado a su diplomacia anacrónica y ciega al cambio de los tiempos. Argelia, que aún apoya al Frente Polisario y se niega a reconocer la realidad del respaldo internacional al plan de autonomía de Marruecos, está cada vez más fuera de lugar en el escenario global.
La clave aquí es evidente: mientras Marruecos ha sabido tejer alianzas estratégicas y ha ganado terreno en foros internacionales con apoyos importantes de potencias como Estados Unidos, España y Francia, Argelia ha quedado aislada, perdiendo relevancia y apoyos en su lucha por mantener vivo un conflicto que ya no tiene futuro. La diplomacia marroquí, dinámica y moderna, ha superado la retórica obsoleta de Argelia, que se aferra a un discurso desfasado y que no refleja las nuevas realidades internacionales. Este éxito diplomático se debe, en gran parte, al liderazgo clarividente y al enfoque visionario de Su Majestad el Rey Mohamed VI, verdadero arquitecto y artífice de la política exterior de Marruecos. Bajo su dirección, Marruecos ha sabido adaptarse al cambiante escenario global, tejiendo alianzas estratégicas y logrando un apoyo internacional creciente al plan de autonomía para el Sahara. Como bien expresó Su Majestad en uno de sus discursos más emblemáticos: “El Sahara es una cuestión de existencia, no una cuestión de fronteras. Marruecos permanecerá en su Sahara, y el Sahara permanecerá en su Marruecos hasta el fin de los tiempos”.
Cabe destacar que la visita de Macron también tiene una dimensión económica de peso. Francia sigue siendo el principal inversor extranjero en Marruecos, con una fuerte presencia en sectores clave como las energías renovables, la industria automotriz y las infraestructuras. Este vínculo económico no solo refuerza la asociación estratégica entre ambos países, sino que también posiciona a Marruecos como un eje central para las inversiones francesas en África. Y no es casualidad: nuestro país ha sabido modernizarse, abrir sus puertas a nuevas tecnologías y proyectar su influencia en todo el continente.
En un momento en que el mundo afronta inestabilidad en múltiples frentes, Marruecos emerge como un faro de estabilidad en el norte de África. Y Macron, consciente de esto, viene a reforzar esa relación estratégica, no solo para beneficio de Francia, sino también porque Marruecos se ha consolidado como un aliado confiable, un socio que garantiza la paz y el desarrollo en una región convulsa.
Esta visita no es un gesto cualquiera. Es la confirmación de que Marruecos ha sabido posicionarse en el centro de las dinámicas internacionales, un país que mira al futuro con la seguridad de quien sabe que tiene a su lado a los socios adecuados. Y Macron, al venir a Rabat, no hace más que reconocer esa realidad.
