Rue20 Español/Rabat
En las primeras luces del jueves 3 de octubre, un avión aterrizó discretamente en el aeropuerto de Tinduf, en Argelia. A bordo, Staffan de Mistura, el enviado personal del secretario general de la ONU para el Sahara marroquí, listo para una nueva etapa de su periplo diplomático.
Apenas con tiempo para recuperarse del viaje, se dirige a los campamentos de Tinduf para reunirse cara a cara con la dirección del Frente Polisario y, en particular, con su líder. Esta visita, en un territorio donde el polvo del conflicto nunca ha dejado de asentarse, genera muchas preguntas.
El 30 de septiembre, en Nueva York, De Mistura ya había conversado con Mohamed Ammar, el coordinador del Polisario ante la MINURSO. Un diálogo tenso, por no decir estéril. Ammar, fiel a la línea dura de su movimiento, había reafirmado el rechazo categórico a cualquier solución de compromiso.
Nada nuevo bajo el sol abrasador del Sáhara. Antes de eso, el italo-sueco se había reunido, por separado y sin llegar a reunirlos, con los ministros de Asuntos Exteriores de Marruecos, Argelia y Mauritania. Una ronda diplomática sin brillo que se inscribe en la continuidad de este expediente minado.
Pero, ¿de qué sirve este viaje a Tinduf, aparte de añadir algunas líneas a una agenda diplomática ya muy apretada? Según especialistas cercanos a estas negociaciones, Staffan de Mistura se encuentra en una posición delicada, por no decir desesperada. Su misión, ya tambaleante, parece estar a punto de derrumbarse.
El principal objetivo de este viaje, tal vez, sea convencer al Polisario de que deponga las armas, de que suspenda la «guerra» contra las Fuerzas Armadas Reales marroquíes, iniciada el 13 de noviembre de 2020. Una guerra, hay que decirlo, sin grandes resultados, ya que las escasas ofensivas del Polisario no han dado más que a disparos dispersos en zonas desérticas, sin causar daños reales, como informa el último documento oficial de la ONU.
António Guterres, en su informe sobre el Sahara marroquí, incluso se ha cuidado de contradecir abiertamente los comunicados incendiarios del Frente. Allí donde el Polisario pregona victorias militares, la ONU habla de pérdidas insignificantes para las FAR, reforzando así la imagen de una milicia que hace mucho ruido.
De Mistura, funambulista a su pesar, intentará incitar al Polisario a reintegrarse a las conversaciones en formato de mesas redondas, un marco abandonado por el Frente con estrépito hace algunos años.
Desde que asumió el cargo en noviembre de 2021, este veterano de la diplomacia aún no ha logrado reunir a los protagonistas —Marruecos, Argelia, Mauritania y el Polisario—en torno a una misma mesa para discutir el fondo del problema. Un fracaso rotundo para una misión que se basa en el arte del compromiso y la persuasión.
El 10 de octubre, Staffan de Mistura tendrá que rendir cuentas ante los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, en una sesión informativa que se anuncia tensa.
Se presentarán tres informes al CS: el del Secretario General Antonio Guterres, el del Jefe de la MINURSO Alexander Ivanko y el de Staffan de Mistura. A continuación, se presentará el proyecto de resolución propuesto por Estados Unidos, así como el proceso habitual.
El propio António Guterres ha destacado la ineficacia de las acciones militares del Polisario en su último informe. De Mistura, por su parte, también debe enfrentarse a las tensiones geopolíticas que complican aún más su misión. Se están produciendo presiones internacionales, especialmente de Estados Unidos, para que Argelia revise su posición.
Señales fuertes, como la no recepción de Ahmed Attaf por parte de Antony Blinken, contrastan con la recepción concedida a Nasser Bourita, jefe de la diplomacia marroquí.
En consecuencia, Argelia no se retiró, como 80 naciones, cuando Netanyahou se dirigió a la ONU. Recordemos la reunión de este alto responsable estadounidense con Attaf, en la que le pedía que cambiara el comportamiento político de Argel en la región en relación con Malí, Libia y el Sáhara marroquí. Algo se está preparando y, sin duda, se están dando instrucciones por parte de algunas potencias.
No huele bien para Argelia. Sobre todo porque cada vez circulan más rumores sobre la inminente celebración de una conferencia internacional que apoye el plan de autonomía marroquí, que organizará Francia en la ONU.
Esta perspectiva deja planear una nueva sombra sobre Argelia, que intenta dar la ilusión de una flexibilidad diplomática, como demuestra su retirada simbólica del BRICS.