Rue20 Español/Tánger
El Abbas Tahri Joutey Hassani
Argelia y su Polisario se muestran muy irritados con el presidente del Gobierno español y el presidente mauritano. Ambos, en sus discursos en la 79.ª sesión de la Asamblea General de la ONU, ignoraron las tesis falaces de los separatistas y su mentor argelino sobre la cuestión del Sáhara marroquí.
En Nueva York, durante la 79.ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, los discursos del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y del presidente mauritano eran muy esperados por los separatistas del Polisario, quienes albergaban una pequeña esperanza de que ambos líderes hicieran referencia al «derecho a la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental» y a la «organización de un referéndum» en el Sáhara. Pero sus expectativas se vieron frustradas y la esperanza se transformó en ira.
En efecto, en su discurso, Pedro Sánchez afirmó que «España seguirá apoyando al enviado personal del secretario general de las Naciones Unidas para lograr una solución mutuamente aceptable en el marco de la Organización».
Mohammed Ould Ghazouani, por su parte, reiteró, en un pasaje de 15 segundos, la posición constante de su país sobre el conflicto del Sáhara, que es apoyar los esfuerzos de las Naciones Unidas y las resoluciones del Consejo de Seguridad para lograr una solución duradera y mutuamente aceptable.
Estas resoluciones del CS consagran, como recordatorio, la preeminencia del plan de autonomía presentado por el Reino en 2007 y descartan totalmente la opción del referéndum.
La irritación de Argelia y el Polisario ante los discursos de Pedro Sánchez y el presidente mauritano en la 79.ª sesión de la Asamblea General de la ONU es palpable.
Para Argel, que durante mucho tiempo se ha presentado como el principal apoyo del Polisario, estas tomas de posición públicas, especialmente la de España, representan una verdadera humillación diplomática.
Argelia ve disminuir su influencia, incluso entre sus socios tradicionales, mientras que los países africanos, europeos y árabes se alejan de su retórica en favor del enfoque marroquí, considerado más constructivo.
Por parte del Polisario, la reacción es también de profunda frustración, incluso de un sentimiento de abandono. Para esta entidad separatista apoyada por Argelia, los discursos de Sánchez y la brevedad de la mención del Sáhara en el discurso del presidente mauritano son signos claros de un declive internacional.
En efecto, la falta de apoyo explícito por parte de Nuakchot ilustra la erosión de la causa del Polisario en la escena internacional, cada vez más marginada frente a la dinámica marroquí.
Esta situación marca una enésima derrota diplomática para el movimiento separatista, cuyos apoyos se reducen principalmente a Argelia.
Este retroceso estratégico del Polisario, combinado con la creciente indiferencia de la comunidad internacional hacia él, demuestra la capacidad de Marruecos para imponer su agenda diplomática, al tiempo que refuerza su legitimidad histórica y su credibilidad en la escena internacional.
