Rue20 Español/ Rabat
La reciente avalancha de menores marroquíes, muchos de ellos con apenas 10 años, según fotos difundidas en redes sociales, intentando cruzar a nado hacia la ocupada Ceuta, es un fenómeno que debería sacudirnos a todos. Estos niños, que en su mayoría no saben nadar, se lanzan al mar con la esperanza ilusoria de alcanzar un destino que les prometa un futuro mejor. Sin embargo, la pregunta que nos queda por hacer es: ¿quién o qué está detrás de esta tragedia silenciosa? ¿Acaso existen redes criminales, ocultas en las sombras, explotando la vulnerabilidad y desesperación de estos pequeños?
Ver a estos menores arriesgar sus vidas no solo es desgarrador, sino profundamente alarmante. Nos preguntamos, ¿cómo pueden niños tan pequeños creer que arriesgarlo todo cruzando el Estrecho es su mejor opción? Aquí es donde surgen las incómodas interrogantes. ¿Qué papel está desempeñando el gobierno en la creación de políticas que garanticen un futuro digno para estos jóvenes? ¿Dónde está la responsabilidad de las familias y de la sociedad en su conjunto? ¿Quiénes están detrás de esta manipulación descarada de menores, llenando sus mentes aún inmaduras con mentiras y falsas promesas de riqueza y éxito que supuestamente les esperan al otro lado del Estrecho?
Una madre de uno de los menores rescatados declaró: «Os juro que no sabía que mi hijo planeaba algo así. Nunca me habló de sus intenciones. Le han llenado la cabeza con historias falsas sobre Europa. Me duele pensar que podría haber perdido su vida persiguiendo un sueño que no existe”.
Es innegable que existe una narrativa peligrosa que se ha infiltrado en sus mentes, una narrativa que les promete Europa como un paraíso de oportunidades fáciles. Pero la realidad es que muchos de estos niños están siendo utilizados como peones en un juego mucho más grande. Es hora de que se investigue seriamente quién está incitando a estos menores a lanzarse en este viaje mortal. ¿Se trata de redes organizadas que se benefician del tráfico humano? ¿O estamos ante una campaña calculada para desestabilizar a las familias y a la comunidad en su conjunto?
¿O es acaso el motor de esta tragedia la falta de empleo, la carestía de la vida y las promesas de una vida mejor en Europa?
No podemos seguir ignorando esta realidad. La tragedia de estos niños nos sacude profundamente y exige una respuesta contundente de todos. Es una muestra innegable de fallos colectivos: instituciones, familias y sociedad han fracasado en proteger a sus miembros más vulnerables. Es cómodo y simplista señalar culpables superficiales, pero lo verdaderamente difícil es enfrentar el núcleo del problema y desvelar las fuerzas ocultas que alimentan esta tragedia.
Cada niño que arriesga su vida en las aguas del Estrecho es una vida que estamos perdiendo como sociedad. Son niños que deberían estar jugando, aprendiendo, soñando con un futuro brillante dentro de su propio país, no luchando contra las olas en una búsqueda desesperada por algo que no comprenden del todo.
El futuro de estos niños, que son también nuestros, depende de nuestra capacidad para actuar de inmediato, YA, antes de que más vidas se pierdan en las aguas oscuras de la desesperación. Es urgente que el Gobierno, junto a las autoridades locales y la sociedad civil, implementen medidas que protejan a estos menores y que les ofrezcan un futuro digno dentro de su propio país. Es fundamental que el gobierno invierta en educación, empleo y desarrollo comunitario para que estos jóvenes vean un futuro en su propio país. No se trata solo de detener el flujo hacia Europa, sino de construir un Marruecos donde estos jóvenes no sientan la necesidad de arriesgar sus vidas.
