Rue20 Español/ Rabat
El reciente artículo publicado por El País revela de manera contundente la estrategia del régimen militar argelino, encabezado por Abdelmayid Tebboune, para aferrarse al poder en las elecciones presidenciales de 2024. En un contexto donde la represión ha silenciado cualquier forma de disidencia, el verdadero desafío que enfrenta Tebboune no son los rivales políticos, sino la abstención masiva que, como en 2019, podría superar el 60%, un claro reflejo del desencanto popularargelino.
El análisis del diario español subraya que el régimen argelino, que ha mantenido el control del país desde 1962, utiliza el aparato estatal y la maquinaria propagandística para reforzar la figura de Tebboune, un tecnócrata de 78 años bajo la tutela militar. El País recalca cómo el presidente ha contado con todos los medios del Estado a su disposición durante la campaña electoral, mientras que sus contrincantes, un candidato islamista moderado y un socialista, carecen de verdadero apoyo popular; en otras palabras, unos simples comparsas. La desmovilización ciudadana es tal que la abstención se perfila como el mayor reto para el régimen, reflejando el hastío y la desconfianza de los argelinos.
Según el artículo, la represión ha sido clave para garantizar la continuidad de Tebboune. Tras haber sofocado las protestas del Hirak, el movimiento popular que en 2019 forzó la salida de Abdelaziz Buteflika, Argelia se ha convertido en un país donde, según observadores políticos citados en El País, «no se tolera la crítica». De hecho, se destaca que el propio corresponsal del diario no ha recibido autorización para cubrir las elecciones desde Argel, lo que refleja el cerco informativo que el régimen ha impuesto.
El artículo también señala el deterioro de la política exterior de Argelia bajo el mandato de Tebboune. El País menciona cómo el país ha perdido influencia en el conflicto del Sáhara, donde importantes actores como España y Francia han alineado sus posturas con la propuesta de autonomía bajo soberanía marroquí. Esta derrota diplomática, sumada a la pérdida de influencia en la región del Sahel, ha dejado a Argelia cada vez más aislada en el escenario internacional. El régimen, en su desesperación, ha buscado refugio en sus aliados rusos y en los BRICS, aunque su intento de integrarse plenamente en esta organización también ha sido fallido.
En cuanto a la situación económica, El País no escatima en señalar el «balance mediocre» de Tebboune. La inflación, que ronda el 7%, y las promesas incumplidas de reformas estructurales han exacerbado el malestar social. A pesar de las subidas de salarios y los subsidios que ha ofrecido en un intento por apaciguar a la población, el descontento sigue latente. Las esperanzas de cambio que emergieron con el Hirak se han desvanecido bajo el peso de una economía estancada y una inflación galopante, mientras que el acceso a bienes básicos sigue siendo precario para muchos argelinos.
El régimen, sin embargo, no solo enfrenta la indiferencia del electorado, sino también una oposición dividida y desmoralizada. El País menciona que dos de las principales fuerzas políticas que protagonizaron el Hirak han decidido no participar en estas elecciones, calificándolas de «injustas y antidemocráticas». Líderes como Luisa Hanún, del Partido de los Trabajadores, y ZubidaAssul, abogada de los manifestantes del Hirak, han sido excluidas del proceso, mientras que otros opositores permanecen encarcelados bajo acusaciones de «atentar contra las instituciones».
En definitiva, El País desenmascara la realidad de un régimen que ha optado por perpetuarse en el poder a toda costa, utilizando la represión, el control mediático y las promesas vacías para mantener su dominio sobre una Argelia cada vez más debilitada. La abstención masiva y el profundo desencanto popular son señales inequívocas de que el régimen militar argelino se tambalea sobre cimientos frágiles. La represión y las promesas vacías ya no bastan para mantener el control de un país atrapado en el estancamiento económico y el aislamiento internacional. Argelia se encuentra en una encrucijada, ¿podrán los moradores del palacio de El Mouradia capear el temporal o harán zozobrar el barco a causa su incompetencia? La historia juzgará si el régimen logra mantenerse a flote o si, finalmente, se hunde bajo el peso de sus propias contradicciones y estropicios.