Rue20 Español/Rabat
En plena campaña electoral, el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, candidato seguro a sucederse a sí mismo, fue reprendido por los estadounidenses tras su nuevo desliz durante el discurso de lanzamiento de su campaña electoral; un discurso que se suponía que debía reproducir la quintaesencia de su programa político para los próximos cinco años.
Sin embargo, en este primer —y hasta ahora último— mitin en Constantina, Tebboune juró que enviaría al ejército argelino, ya listo, a Gaza, si las autoridades egipcias le abrían las fronteras.
Tebboune intentó ciertamente endulzar su arrebato bélico declarando que su ejército construiría tres hospitales en menos de tres semanas, antes de pasar a la reconstrucción de todo lo que la guerra ha destruido en Gaza.
Pero, a pesar del clamor general que levantó, su silencio fue un agravante. Ni la dirección de comunicación de la presidencia ni su director de campaña intentaron salvar la cara recurriendo, aunque sólo fuera, a la escapatoria habitual para dar a entender que las palabras sobre Gaza del presidente candidato, que se dice independiente, habían sido «malinterpretadas» o «sacadas de contexto».
Fue este retraso y falta de reactividad en la reparación del error de Tebboune lo que llevó a la embajadora estadounidense a entrar como un vendaval, a primera hora del jueves pasado, en el despacho del ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ahmed Attaf, para comunicarle la reprobación oficial de la administración estadounidense por las peligrosas palabras populistas de Tebboune sobre la guerra entre Hamás e Israel.
La incomodidad de las autoridades argelinas era claramente perceptible en el comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores argelino, publicado el jueves pasado, tras la humillante entrevista, que imaginamos tensa, entre Ahmed Attaf y Elizabeth Moore Aubin.
En efecto, esta última no sólo obligó a Attaf a recibirla, sino que también le obligó a emitir dicho comunicado en el que se pedía al régimen argelino que expresara clara y vivamente su «pacifismo».
Esto en el mismo momento en que Estados Unidos, Egipto y Catar se esfuerzan de nuevo por arrancar un alto el fuego entre Israel y Hamás, tras más de 10 meses de guerra.
Según el comunicado del MAE argelino, Ahmed Attaf recibió, en la sede de su departamento, a «la embajadora de los Estados Unidos de América en Argelia, la Sra. Elizabeth Moore Aubin. Además de las cuestiones relacionadas con la cooperación bilateral, la reunión (sic) permitió discutir la evolución de la situación a nivel internacional y regional, en particular los acontecimientos en curso en Oriente Medio».
Ahmed Attaf, prosigue el comunicado, durante esta «reunión» de crisis, «renovó el compromiso de Argelia de contribuir a la búsqueda de soluciones pacíficas a los diferentes focos de crisis y conflictos que se desarrollan en los espacios de pertenencia» de Argelia.
Esta primera reacción oficial de Argelia a las palabras de su presidente, reacción impuesta por un Estado tercero, a través de una simple embajadora, ha puesto en un aprieto al régimen de Argel, en plena campaña electoral para mantenerse, una vez más, en el poder.
Peor aún, desde esta salida arriesgada, Tebboune no ha vuelto a hacer ningún mitin, por temor esta vez a despertar la ira de los propios argelinos.
Estos últimos recuerdan que en una entrevista con un medio público, emitida por la televisión pública argelina el sábado 30 de marzo pasado, Tebboune había declarado que «Argelia no se inclinará ante nadie», añadiendo que «se equivoca quien crea poder imponer a Argelia lo que impone a otras naciones», ya que, según él, Argelia ha sacrificado «5 millones y 630 mil mártires por su soberanía».
Lo más humillante de este aplanamiento ante los estadounidenses es que si la embajadora estadounidense en Argel se hubiera presentado, a finales de julio pasado, ante el ministro argelino de Asuntos Exteriores, todo el mundo habría visto en ello una convocatoria por parte de este último a la diplomática estadounidense para comunicarle la ira del régimen argelino.
En efecto, en aquella época, Elizabeth Moore Aubin acababa de declarar, en una entrevista concedida a un medio de comunicación del poder argelino, La Patrie News, que el reconocimiento de la marroquinidad del Sáhara por parte de la administración estadounidense es «un hecho histórico» que no ha cambiado. Una bofetada propinada en casa, y ante la que el régimen argelino tuvo que inclinarse una vez más.