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viernes, noviembre 22, 2024

Abdelmayid Tebboune, el Mitómano Compulsivo del Régimen Gerontocrático Argelino

 

Rue20 Español/ Rabat

En el escenario político argelino, Abdelmayid Tebboune se ha revelado como un líder que, lejos de afrontar con seriedad los retos de su país, prefiere refugiarse en la fantasía y la manipulación discursiva. Su reciente promesa de intervenir militarmente en Gaza si Egipto abre la frontera es una muestra de lo que podría describirse como mitomanía política, una tendencia a crear y creer en una realidad fabricada que poco tiene que ver con las necesidades y problemas reales de Argelia.

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Tebboune, un presidente impuesto por un régimen gerontocrático y militar, parece dispuesto a todo con tal de desviar la atención de la crisis interna que enfrenta Argelia. Este país, que debería estar concentrado en resolver problemas estructurales como la corrupción, el desempleo juvenil y la falta de infraestructuras, se ve arrastrado por la retórica vacía de un líder que promete lo imposible en el escenario internacional, mientras deja que su propia casa arda.

La promesa de enviar al ejército argelino a Gaza no es solo impracticable, sino que sugiere un profundo desprecio por la inteligencia del pueblo argelino. Es una distracción calculada, destinada a ganar apoyo en un contexto electoral donde la legitimidad de Tebboune y de la élite que lo sostiene está en duda. El movimiento Hirak, que llevó a millones de argelinos a las calles para exigir un cambio real, demostró que el pueblo está harto de estas tácticas de manipulación. Sin embargo, el régimen parece sordo a estas demandas, repitiendo las mismas fórmulas que ya han demostrado su ineficacia.

En lugar de enfrentar con honestidad los desafíos de su nación, Tebboune se ha convertido en un maestro de la desviación, prometiendo una intervención en Gaza que nunca ocurrirá, mientras sigue postergando las reformas necesarias para mejorar la vida de los argelinos. Esta actitud no solo subraya la desconexión del régimen con la realidad, sino que también refuerza la percepción de que Tebboune es, en última instancia, un peón en manos de una élite militar decidida a mantener su control a cualquier costo.

El título de «mitómano compulsivo» no es una exageración cuando se aplica a un líder que ha hecho de la mentira una herramienta fundamental de su política. Hannah Arendt describió este tipo de comportamiento en su obra sobre la mentira en la política, donde la creación de realidades alternativas no es simplemente un desliz moral, sino una estrategia deliberada para consolidar el poder. En el caso de Tebboune, la creación de estas ficciones parece ser el único medio que le queda para mantenerse relevante en un país que cada día exige más verdad y menos teatro.

La realidad es que Argelia se encuentra en una encrucijada crítica, y su futuro depende de la capacidad de sus líderes para enfrentar los problemas con seriedad y responsabilidad. Sin embargo, mientras Tebboune siga utilizando la mentira y la exageración como sus principales herramientas políticas, el país continuará atrapado en una espiral descendente, cada vez más alejado de las aspiraciones de su pueblo.

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