Rue20 Español/ Rabat
El régimen militar argelino, a través de su marioneta presidencial, Abdelmayid Tebboune, ha vuelto a poner en escena su conocido teatro de la fantasía, esta vez lanzando acusaciones absurdas contra el presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi. En un discurso cargado de retórica inflamada, Tebboune afirmó que Egipto está impidiendo que el ejército argelino entre en Gaza para «liberar» al pueblo palestino, lo que, según él, demostraría el compromiso inquebrantable de Argelia con la causa palestina. Sin embargo, para muchos, esta es simplemente otra estratagema del régimen argelino para desviar la atención de su propia ineficacia y presentarse como el héroe salvador ante los ojos de un pueblo cada vez más desilusionado.
Las palabras de Tebboune, más cercanas a la ficción que a la realidad, no han hecho más que generar incredulidad y burlas tanto dentro como fuera de Argelia. Mientras el presidente argelino acusa a Egipto de bloquear el camino hacia Gaza, los argelinos no pueden evitar recordar los innumerables proyectos inconclusos en su propio país, como el hospital de Al-Abadla en Bechar, que después de más de una década sigue siendo una obra en construcción. Resulta irónico que Tebboune, incapaz de completar un hospital en su propio territorio, pretenda liderar una misión heroica en tierras extranjeras.
La realidad es que mientras Tebboune sueña con cruzadas militares en Gaza, en Argelia la gente lucha diariamente para satisfacer sus necesidades más básicas. El régimen, que lleva años alimentando su narrativa con humo y espejismos, parece cada vez más desconectado de las penurias de su propio pueblo. Sin embargo, para Tebboune y sus aliados, lo importante no es la realidad argelina, sino mantener la ilusión de un Argelia comprometida con causas internacionales, aunque estas promesas se queden solo en palabras.
El uso de la causa palestina como herramienta política por parte del régimen argelino es un viejo truco en su repertorio, pero esta vez han ido más allá al intentar desviar la culpa hacia Egipto. Mientras prohíben manifestaciones en su propio país en apoyo al pueblo palestino, pretenden mostrarse como los grandes defensores de Gaza, todo con la esperanza de ganar puntos en casa y desviar la atención de sus fracasos internos.
En última instancia, ni los ataques contra Egipto ni las promesas vacías de Tebboune pueden ocultar la cruda realidad: el régimen argelino ha perdido todo contacto con las verdaderas necesidades de su pueblo y se aferra a una retórica desfasada que ya no convence a nadie. Los argelinos, cada vez más conscientes del vacío en las promesas de su líder, ven cómo su país se hunde en la miseria, mientras el régimen se empeña en construir un mito que ya nadie cree.