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jueves, noviembre 21, 2024

Tebboune y el Fantasma de Marruecos: Un Juego Sucio para Desviar la Atención

 

Rue20 Español/ Rabat

En su primera intervención durante la campaña presidencial, Abdelmayid Tebboune ha optado por una táctica que, aunque predecible, sigue siendo preocupante: culpar a Marruecos de los múltiples males que aquejan a Argelia. Esta estrategia, que ha sido una constante en la política del régimen argelino, evidencia no solo la falta de respuestas efectivas a los desafíos internos del país, sino también un intento desesperado por mantener un control férreo sobre una población cada vez más desencantada.

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Desde su llegada al poder, Tebboune ha heredado un país en crisis, con problemas económicos profundos, un sistema político desacreditado y una sociedad cada vez más consciente de las limitaciones del régimen. En lugar de enfrentar estos desafíos de manera directa, el presidente ha recurrido a la vieja táctica de buscar un enemigo externo, y Marruecos, con su consolidada posición en la escena internacional, se ha convertido en el chivo expiatorio perfecto.

La narrativa del régimen se basa en presentar a Marruecos como una amenaza constante para la estabilidad y la seguridad de Argelia. Las acusaciones de que Marruecos está detrás de los incendios forestales de 2021 y de que apoya a movimientos separatistas, como el Movimiento por la Autodeterminación de la Cabilia (MAK), son ejemplos claros de esta estrategia. Estas afirmaciones, que carecen de pruebas contundentes, buscan desviar la atención de los problemas reales del país, como el desempleo, la inflación y la corrupción.

La utilización de Marruecos como un enemigo externo tiene varios objetivos. En primer lugar, pretende unir a la población argelina bajo una causa común, distrayéndola de los problemas internos que el gobierno no ha podido resolver. En segundo lugar, justifica el gasto militar excesivo y las inversiones en la defensa, presentándolas como necesarias para proteger al país de una supuesta amenaza externa. Este enfoque también permite al régimen mantener un alto nivel de control sobre la información y la opinión pública, alimentando un sentimiento nacionalista que refuerza su poder.

Sin embargo, esta estrategia tiene sus límites. La población argelina, cada vez más informada y conectada, es consciente de las manipulaciones del régimen. El creciente descontento social, manifestado en las protestas y en el aumento de la oposición política, demuestra que el discurso de Tebboune no convence a todos. Además, la insistencia en culpar a Marruecos ha aislado aún más a Argelia en el plano internacional, mientras que Marruecos ha logrado consolidar su posición, recibiendo apoyo de importantes actores globales en temas como la soberanía sobre el Sáhara.

La reciente decisión de Chad de abrir un consulado en los territorios del sur de Marruecos, pese a las presiones argelinas, es un claro indicio de que la estrategia de Tebboune no solo es ineficaz, sino también contraproducente. En lugar de debilitar a Marruecos, estas acciones han fortalecido la posición del reino a nivel internacional, mientras que Argelia sigue enfrentando un creciente aislamiento diplomático.

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Así, la estrategia de culpar a Marruecos es un reflejo de la desesperación del régimen argelino por mantener el control en un contexto de crisis interna. Esta táctica, aunque efectiva a corto plazo, no ofrece soluciones reales a los problemas del país y corre el riesgo de alienar aún más a la población. Mientras Argelia siga buscando enemigos externos en lugar de enfrentar sus propios desafíos, el país continuará en un camino de inestabilidad y deterioro. Es hora de que el liderazgo argelino mire hacia adentro y comience a abordar las verdaderas causas de sus problemas, en lugar de perpetuar un conflicto que no beneficia a nadie.

 

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