Por Adil Ourabai / Presidente Director General
El mensaje de felicitación que Su Majestad el Rey Mohamed VI envió a los miembros de la selección nacional olímpica de fútbol, tras su brillante conquista de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de París 2024, encierra un poderoso simbolismo.
El reconocimiento de SM el Rey destacó, con justicia, el extraordinario desempeño de los jugadores marroquíes en este torneo, subrayando su combatividad y profundo amor por la patria. Pero más allá de estos logros puntuales, se resaltó el ascenso meteórico del fútbol marroquí en la escena continental e internacional.
Este mensaje real convierte el triunfo olímpico en un testimonio del interés y el apoyo constantes de Su Majestad hacia los deportistas marroquíes, y en particular, hacia el fútbol, que ha llevado con orgullo la bandera del Reino a lo más alto de la competición global. Ejemplos recientes de este impulso son los Juegos Olímpicos de París y, casi dos años antes, la histórica participación en el Mundial de Catar.
La voluntad inquebrantable y el patriotismo, elementos clave que SM el Rey enfatizó en su mensaje, han sido los motores de este éxito, junto con la gestión impecable y profesional de la Federación Real Marroquí de Fútbol (FRMF), cuya labor ha sido reconocida tanto por propios como por extraños en la comunidad internacional.
Después de que Marruecos lograra un hito sin precedentes en el Mundial de Catar, quedándose a un suspiro de la final, la destacada actuación en los Juegos Olímpicos de París ha confirmado la fortaleza de la estructura futbolística que la Federación ha venido construyendo desde hace más de una década. Hoy, Marruecos está cosechando los frutos de esta estrategia visionaria, que ha despertado admiración a nivel global. Los éxitos continuos de nuestras selecciones nacionales, en todas las categorías y géneros, son el resultado de un trabajo meticuloso y a largo plazo, inspirado por las directrices de Su Majestad el Rey. Esta estrategia ha incluido la modernización de las infraestructuras futbolísticas y la organización de grandes eventos tanto continentales como mundiales, posicionando a Marruecos como un actor esencial en el panorama futbolístico mundial.
La aplastante victoria de la selección nacional olímpica, que se colgó la medalla de bronce tras un contundente 6-0 contra Egipto en el partido por el tercer puesto, es una prueba irrefutable de que el fútbol marroquí vive su mejor momento, con un horizonte prometedor para las próximas dos décadas. Hoy contamos con un semillero inagotable de talentos repartidos por todos los continentes, que solo necesitaban un entorno seguro y profesional para desarrollar plenamente su potencial. Este tesoro de jugadores, bajo un liderazgo acertado, promete un futuro brillante para el fútbol marroquí.
Con este impresionante arsenal de jóvenes promesas y estrellas en ascenso, los marroquíes ya no podemos aspirar a menos que estar entre los cuatro mejores en las próximas competiciones mundiales.