Rue20 Español/Larache
*Machij El Karkri
El próximo 28 de julio de 2024, alrededor de 22 millones de venezolanos se preparan para elegir un nuevo presidente en una contienda sin precedentes entre Nicolás Maduro, el actual presidente desde 2013 (tras el fallecimiento del líder fundador Hugo Chávez), y el candidato de la oposición unida, el diplomático y exembajador Edmundo González Urrutia. La candidatura de González Urrutia surgió de manera inesperada después de la exclusión de la opositora venezolana María Corina Machado, quien fue obligada a abandonar su candidatura presidencial tras un fallo judicial que la inhabilitó para participar en las elecciones.
Venezuela cuenta con una de las diásporas más grandes de América. Las políticas económicas del gobierno de Maduro han llevado a cerca de 8 millones de venezolanos a emigrar debido a una inflación descontrolada, altos niveles de desempleo, la caída de los salarios y los servicios públicos, y una dependencia casi total de una industria petrolera ya en crisis. Estos factores han afectado gravemente la calidad de vida de los venezolanos. El gobierno de Maduro ha marginado casi por completo a estos emigrantes de participar en las elecciones, con el Consejo Nacional Electoral inscribiendo solo a 700 mil en el padrón electoral. La oposición ha denunciado esta situación como una forma implícita de fraude electoral que socava aún más la credibilidad del proceso.
¿Derriban las encuestas el Muro de Berlín latino?
La mayoría de las encuestas indican una clara ventaja del candidato opositor sobre el presidente actual, con una diferencia de puntos considerable que sería difícil de superar de manera democrática en los pocos días restantes antes de las elecciones. La gran pregunta que se plantea es si Nicolás Maduro aceptará los resultados electorales. Líderes de América Latina, encabezados por el presidente de Brasil, Lula da Silva, han instado al régimen venezolano a respetar el proceso democrático y aceptar los resultados de las urnas, ante el creciente temor de un posible «golpe de estado blanco».
Diversos académicos han señalado que Venezuela es una «dictadura abierta» (según la Universidad de Gotemburgo), aunque la voluntad de transición hacia la democracia es un factor crucial que no se refleja ni en las propuestas del gobierno ni en las de la oposición. Esta falta de propuestas dificulta la formulación de políticas justas y sostenibles.
Además de su deseo de liderar el gobierno, el candidato opositor González Urrutia ha presentado varias propuestas, entre las que se incluyen:
- Implementar medidas de recuperación económica, social e institucional.
- Reducir la inflación, que actualmente se sitúa en un 64% anual, y mejorar los salarios.
- Restaurar la confianza en las instituciones del poder, como el sistema judicial y mejorar el sistema de atención primaria de salud y las políticas de planificación y gestión para satisfacer las necesidades de la población.
Los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela podrían marcar una ruptura con un estilo de gobierno semidictatorial «envuelto» en socialismo, y abrir el camino hacia un sistema progresista y social que priorice las funciones sociales del Estado en lugar de involucrarse en conflictos internacionales que no son prioritarios para su población.
*Machij El Karkri es miembro de la USFP.